Título original: Patrick
Año: 2013
Duración: 100 min.
País: Australia
Director: Mark Hartley
Guión: Justin King
Música: Pino Donaggio
Fotografía: Garry Richards
Reparto: Charles Dance, Sharni Vinson, Rachel Griffiths, Peta Sergeant, Martin Crewes, Eliza Taylor, Damon Gameau, Simone Buchanan, Jackson Gallagher, Camilla Jackson, Brendan Bacon, Shane Nagle
Productora: Rising Sun Pictures / Screen Australia / F.G. Film Productions
Un chico está en coma; cuando una joven y bella enfermera llegue al hospital, él intentará comunicarse con ella.
Sin entrar en debates sobre si los remakes son necesarios o no. Para hacer un buen remake, son necesarias dos cosas, aportar algo que la haga mínimamente especial y no distanciarse en exceso de la obra original. Dos cosas que parece no haber entendido su director Mark Hartley, que tras dirigir un centenar de videoclips y material para Dvd's de films australianos, debutó con el documental sobre el exploitation australiano Not Quite Hollywood, proyectado en el Festival de Sitges en 2008.
35 años han pasado desde la proyección de la obra original en el Festival de Sitges, por la que su director Richard Franklin se llevó la Medalla Sitges en Oro de Ley al mejor director. Algo de lo que no podrá presumir el realizador Mark Hartley.
Por antigüedad y desconocimiento general de la obra original, Patrick era una película ideal para rehacerse con los medios artísticos y técnicos actuales. Lo más sorprendente es que, con los pocos medios que contó la obra dirigida por Richard Franklin en 1978, se conseguía un efecto inquietante. En cambio, la relectura no ha sabido aprovechar el abanico de posibilidades que brindaba ya de por si el propio argumento, y menos aún los elementos técnicos actuales.
El guión del debutante Justin King, que ejerció como investigador en el documental Not Quite Hollywood, se saca nuevas situaciones y detalles que son para echarse las manos a la cabeza, de hecho, yo me las llevé unas cuantas veces.
La nueva versión, nunca mejor dicho, respeta las escenas clave de la película original, pero varía su esquema, algo habitual y aceptable en la gran mayoría de actualizaciones. Lo que ya no es tan comprensible, son sus cambios estéticos de decoración barroca, más que la clínica de la original parece un psiquiátrico en ruinas. Y la sobrecarga de excesos visuales y efectos digitales, bastante mal hechos, acercan al conjunto a una película de fantasmas común, pero de las malas.
Este remake gustará a las nuevas generaciones, sin duda, pero que dejará frio a cualquiera curtido en el género. La original jugaba con la insinuación y la intriga, el remake sólo pretende asustar de manera tontuna en una maratón de previsibles sustos, con ayuda del recurso fácil, el golpe de efecto sonoro. Y la banda sonora de Pino Donnagio, compositor de algunas películas de Brian de Palma, es igual o más tópica que las propias secuencias, un score que parece sacado directamente de archivo.
Los principales personajes, Dr. Roget, la matrona Cassidy, Kathy Jacquard y Patrick interpretados por Charles Dance, Rachel Griffits, Sharni Vinson y Jackson Gallagher, respectivamente, no son ni la mitad de carismáticos que los originales.
De hecho la única que me encaja un poco en su personaje es Sharni Vinson (You're the Next), amén de sus estridentes arranques de cólera.
Rachel Griffits tiene los rasgos que exige su personaje, pero no exprime su 'genio' de matrona, ni consigue la tirantez que transmitía Julia Blake. Además, se salta partes del diálogo en la entrevista de trabajo, y su forma de representar el miedo frente a la puerta de la habitación de Patrick, es vergonzosa.
Charles Dance (Alien 3) no transmite en ningún momento el aire desquiciado de Mad Doctor que era el Dr.Roget original interpretado por Robert Helpmann.
Por último, el caso de Patrick es insultante, Gallagher intenta transmitir la mirada perdida e inquietante de Robert Thompson, pero es forzada hasta el punto de que parece estar estreñido.
Con excesivas explicaciones y diálogos un tanto anodinos, parece un film de cosecha americana, todo bien mascado para que se entienda. En la obra de 1978 no hacía falta tanta verborrea, todo era más intuido y muchas situaciones no se recalcaban tanto como en la obra de Hartley. En la original, las imágenes hablaban por si solas, eso es lo que la convertía en una obra especial. Lo único que se salva, es la fotografía de Garry Richards, ideal para una película de fantasmas convencional, no en lo que debería haber sido el remake de Patrick.
Puntuación
Publicado por
Machete
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12:06
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Ayer era un hombre decente viviendo una vida decente. Ahora es un brutal salvaje que debe masacrar para mantenerse vivo.