En el artículo de hoy seguiremos reflexionando sobre un tema tan importante como la educación. Está claro que el papel del entorno familiar es fundamental para que los niños crezcan sanos, seguros y felices. Pero, a veces surgen dudas en torno al rol a desempeñar.
¿Es importante que cada persona encargada de la educación del niño juegue un papel diferente?
El primer punto a tener en cuenta, es que no existe un prototipo de familia y que todos los modelos son igualmente válidos y funcionales si tenemos en cuenta ciertas pautas importantes.
Todavía hoy en día existen creencias que no se ajustan ni a la realidad de las familias ni transmiten ideas que vayan a tener una repercusión positiva en los niños. Frases como “El padre debe ser más autoritario”, “La madre tiene que ser más cariñosa y comprensiva”, “Los abuelos están para malcriar”… nos marcan pautas de conducta, que además de ser reduccionistas, sexistas y no inclusivas, generan desajustes en la educación y perpetúan creencias inadecuadas.
Características de personalidad aparte, lo importante es que las personas encargadas de la educación de un niño o niña estén de acuerdo en cómo implementar normas, cómo hacerlas cumplir y las consecuencias que de ello se deriven. Ser un bloque unido dará coherencia y sentido a nuestro mensaje y una vez más repercutirá en la seguridad de los pequeños.
Si los niños tienen unas normas y consecuencias en su casa y otras diferentes en casa de sus abuelos, y si allí pasan un tiempo considerable, es algo que provocará confusión e inseguridad en ellos y además puede generar emociones negativas hacia la parte que sea más estricta.
Si uno de mis padres me pone un castigo, y el otro me lo perdona, saco varios aprendizajes negativos. El primero, que las normas no son algo que haya que cumplir, ya que a veces tiene consecuencias y otras no pasa nada. Pero, otra consecuencia, es que esto me hace percibir a uno de ellos como el malo, porque me castiga, y a otro como el bueno, porque me levanta ese castigo. Además, si he conseguido que me quiten el castigo a través de una rabieta, seguiré repitiendo este tipo de conductas para conseguir mi objetivo.
Como vemos, el tener acuerdos sólidos sobre cómo educar y ser un equipo que funcione en la misma dirección, facilita el aprendizaje de conductas positivas, lo que repercutirá en el bienestar del menor, de su entorno y de las relaciones entre ellos.
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