No es el piano mi instrumento favorito, pero hay una intérprete (y compositora) que lo ha colado en mi vida, en mi coche, para ser más exactos, mi actual discoteca. Se llama Paz del Castillo y desde esta Musicoterapia os recomiendo escucharla.
La música de esta llanisca de adopción fluye, literalmente. Fluyen sus temas del teclado hacia el alma como el agua lo hace por las playas de Llanes o los ríos del Oriente asturiano; como la brisa juega con los árboles del bosque, haciendo bailar las hojas. La interpretación de Paz del Castillo es naturaleza en estado puro. Al menos, así yo la siento. Inyecta el agua, el viento, la luz, directamente en mis venas, baña mis sentidos y se filtra hacia dentro. Envuelve y esponja el espíritu.

Las manos de Paz, al piano.
Sus composiciones representan más que disfrute. Transmiten la certeza de la belleza. Unas más sosegadas, otras más intensas. Puro manantial, unas; tensión liberada, otras. Tras ellas hay historias, momentos vividos, sentimientos de la autora que el oyente, a tientas, decodifica para convertirlos en sus propias historias, su propio tiempo, sus propias emociones.
De sus cuatros discos, Eleven drops es mi debilidad —sublime el tema Latiendo—. El más reciente, Now, va por el mismo camino. Antes fueron Mods para piano y Secretos del corazón. Todos son buenas opciones para hacerse unos largos terapéuticos por el mar musical.

Portada de ‘Now’.
No os perdáis sus videoclips, realizados por Producciones al Norte, Latiendo y Swinging with the threes.