Que no somos originales, resulta evidente. Todo lo que pensamos son capturas de otros. Lo que decimos y escribimos, ya lo han dicho o escrito otros. Son otros quienes piensan y nosotros quienes nos apropiamos de aquello que se ha hecho público. Hacemos nuestro lo que nos interesa, lo que refuerza nuestra posición y rechazamos aquello que sospechamos la puede cuestionar o debilitar. Lo peor; lo hacemos casi por inercia, sin pensar.
En política esto se hace más evidente, con igual torpeza y sin sopesar consecuencias. Especialmente cuando se aplica esa sentencia tan irracional como destructiva del conmigo o contra mí. Escucho a Pedro Sánchez refiriéndose a Podemos y no distingo al ventrílocuo del muñeco. Sus palabras ya habían sido dichas por otros. Es él, pero su mensaje es el del PP o de cualquier tertuliano de la derecha más reaccionaria.
Eso de recurrir al eufemismo para no citar el nombre de la formación política a la que se refiere, resulta infantil. El sustituir el nombre de esa formación por un término despectivo, populismo en este caso, es señal de no comprender la situación, de limitarse a hacer suyo el argumentario de la caverna.
¿Qué piensa Pedro Sánchez? ¿qué lee?, ¿qué y a quién escucha? No comparto los excesos que se han vertido sobre el nuevo secretario general del PSOE. En ellos hay alabanzas y descalificaciones tan gratuitas como interesadas y, en cualquier caso, pocos han respetado esa mínima cortesía de otorgarle un cierto tiempo a todo el que empieza. Con Pablo Iglesias y Podemos ha pasado algo parecido. Fue obtener unos buenos resultados electorales, consolidarse encuesta tras encuesta, y pasar a ser un auténtico peligro para la democracia y ser fustigado como el exterminador de nuestras libertades.
Pedro Sánchez debería recapacitar su soflama contra Podemos porque, siendo lógica la discrepancia o el enfrentamiento dialéctico, resulta desalentador que se limite a repetir lo que dice la derecha. ¿No le dice nada a Pedro Sánchez que muchos votantes socialistas hayamos votado a Podemos? ¿La única respuesta que nos ofrece es reincidir en las memeces que escupe la derecha política y sus voceros? ¿Se ha planteado que nuestros votos se han ido en demanda de algo que el PSOE no nos garantiza hoy, que no queremos más de lo mismo? ¿Quiere recuperar los votos perdidos?
Quien aspira a convertirse en referente político no debiera ofrecer respuestas inmediatas, sin la más mínima reflexión previa ni sustituir la tarea de pensar por frases “ingeniosas” y citas rimbombantes para dar brillo a la nada. Hay quien sostiene que internet y las redes sociales favorecen la proliferación de la simpleza. Con la invención de la imprenta ocurriría algo parecido. En todo caso, escuchando a muchos políticos y “líderes de opinión”, se podría concluir que la gilipollez y la estulticia no desaparecerán del espacio público aunque desapareciera internet.
Vivimos con prisas. Pensamos como vivimos. La conclusión… No tenemos tiempo para cosas que precisen tiempo; pensar requiere tiempo, luego corremos el riesgo de convertimos en ciudadanos sumisos que sustituyen el acto de pensar por la repetición de eslóganes y frases más o menos brillantes, más o menos estúpidas. Es decir, corremos el riesgo de convertirnos en réplicas de malos políticos y patanes con micrófonos.
La pesada sombra de los Ex, El nuevo PSOE de Pedro Sánchez, Pedro Sánchez tiene un problema, Podemos responde al PSOE que nunca pensó pactar con la “casta”, ¿Quién teme a Podemos?, Podemos, la izquierda y las alianzas, Neopopulismo, PSOE y elecciones.
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