Revista Opinión

Periodismo, mezquindad y tontuna

Publicado el 01 abril 2022 por Manuelsegura @manuelsegura
Periodismo, mezquindad y tontunaIsmael Galiana (i), con el expresidente cubano Fulgencio Batista (Foto: Tomás Lorente)

Esta semana, el Ayuntamiento de Murcia decidió otorgar los títulos de hijos predilectos de la ciudad a dos periodistas. Uno vivo, muy vivo, afortunadamente, joven y suficientemente preparado. Comenzó en el centro territorial de TVE en Murcia donde hizo casi de todo. Dio el salto a Torrespaña, en Madrid, y allí destaca desde hace años por su fina sensibilidad y sus singulares piezas que han creado escuela en los telediarios. Carlos del Amor Gómez (Murcia, 1974) es un periodista de cuerpo entero y, además, es amigo. Conoce el oficio y sabe sacarle el jugo. Cuando nos vemos, muy de tarde en tarde, o hablamos por teléfono, recordamos viejos tiempos, que no por pasados siempre fueron mejores. Ha escrito cuatro libros y ganado el premio Espasa 2020 con un ensayo sobre la doble vida de los cuadros. Carlos acaba de viajar a Los Ángeles para cubrir la ceremonia de los Óscars y sigue la estela cada año de los festivales cinematográficos en Cannes, Venecia, Berlín o San Sebastián. Un día le pregunté por una actriz que me atraía bastante y, en un gesto de sinceridad cómplice que le honra, me confesó: “Si la conocieras, te decepcionaría”. No les revelaré el nombre de la estrella.

El otro periodista distinguido, quien por desgracia ya no está entre nosotros, es Ismael Galiana Romero, ilustre veterano del oficio que nos dejó en octubre pasado a los 88 años de edad. Comenzó a escribir en el diario Línea; pasó luego a La Verdad y también firmó en la Hoja del Lunes. A comienzos de los ochenta se embarcó en la naciente administración autonómica y fue nombrado jefe de prensa del Consejo Regional por el presidente socialista Andrés Herrnández Ros. Luego, tras cesar en el puesto, pasó por varias consejerías -con gobiernos del PSOE y, desde 1995, del PP- hasta su jubilación, al tiempo que cultivaba la crítica gastronómica en La Opinión y escribía hasta medio centenar de libros.

Al parecer, a los ediles de Vox en la corporación murciana no les pareció procedente que Galiana recibiese, a título póstumo, la distinción de hijo predilecto. El motivo no era otro que haber sido responsable de prensa con un socialista, un argumento poderosísimo, sin duda, para apearle de alcanzar tal galardón. “Se trata de una propuesta totalmente política porque fue jefe de prensa de un presidente autonómico que es absolutamente opuesto a nuestros criterios de buena y eficaz gestión de un gobierno”, dijeron desde el partido de Abascal, añadiendo que este reconocimiento “debe estar libre de cualquier ideología y en este caso se está haciendo un uso partidista y político”.

Es muy probable que los concejales de Vox desconocieran quién era Ismael Galiana y que para adoptar la decisión que adoptaron alguien los ‘asesorara’ al respecto. Alguien con muy mala baba, sin duda alguna. No es solo que el argumento que dieron para oponerse a concederle el título se caiga por su propio peso, sino que su actitud destila unas dosis de ruindad y mezquindad propias de otros tiempos. Sabido es que el sectarismo nunca fue buen consejero para quien quiere hacer algo en el terreno de la política. Pero hay una cosa aún peor que la de ser sectario en esta vida: lo peor es ser tonto de remate. Eso sí que no suele tener solución, lo mires por donde lo mires. 

[eldiario.esMurcia 1-4-2022]


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