Revista Diario

Permítanme desconfiar. ¿Método cartesiano? Sí, probableme...

Por Julianotal @mundopario

Permítanme desconfiar. ¿Método cartesiano? Sí, probableme...
Permítanme desconfiar. ¿Método cartesiano? Sí, probablemente voy a eso, a plantear la duda metódica. Permítanme ser desconfiado, por ejemplo, en cuanto al círculo de acusaciones que disparó (paradójicamente) el asesinato de Marcelo Ferreyra. Permítanme desconfiar que la justicia va a descansar como siempre en el limbo del olvido. A los damnificados (el Partido Obrero) les importa un carajo colaborar con la investigación del asesinato. Ellos, inmediatamente pusieron el dedo acusador hacia el Gobierno y la burocracia sindical. Su mentalidad anacrónica, la idea de agudizar las contradicciones para sentar las bases revolucionarias. ¿Viven en una nube de pedos? Y… la obsecuencia ideológica no permite revisión. Para ellos, la conformación de un Estado de Bienestar es la peor calaña (y la más inteligente estrategia) que ideó el capitalismo, porque adormece el descontento social, la idea de un Estado interventor, que imponga frenos a la avaricia les resulta funesto. Para ellos, una política que favorezca a las Pymes y a la organización y participación sindical, es síntoma del peor capitalismo. ¿Por qué? Porque Marx no tuvo en cuenta, los artilugios para sostener y mantener este sistema económico que alimenta for ever la desigualdad. Marx no tuvo la suerte de conocer la idea keynesiana, que tiró por la borda el avance comunista. No me alegro de ello, por el contrario, pero convengamos que las ideas trotskistas son inviables, anacrónicas. Permítanme desconfiar, también, del Estado de Bienestar actual. ¿Hasta cuándo podrá sostenerse? Porque evidentemente, con Estado ausente o interventor, estamos sometidos a una economía cíclica, no podemos aislarnos permanente del juego mundial. Actualmente, estamos viento en popa gracias al acuerdo regional. La unión hace la fuerza. Pero si no se profundiza el cambio cultural, el problema de fondo no está resuelto.
Permítanme desconfiar de toda realidad, si al fin y al cabo la realidad no deja de ser subjetiva, asumimos y rechazamos lo que nos conviene para vivir. Permítanme desconfiar de los lazos afectivos, de las personas, de ustedes, que cada vez nos tornamos menos humanos, individualistas, estamos más apegados a la caja boba, al celular, al feizbuk y todos estas revoluciones tecnológicas que en vez de favorecer la comunicación la denigran y envilecen. Permítanme desconfiar de la relación cara a cara, en esta sociedad líquida, con amor líquido, amistad líquida, todo líquido como dijo (el que le encontró el mango a la bocha) Baunman. ¿Qué ganas tiene uno de brindarse al otro? ¿Para qué ser sincero, amable? ¿Para qué buscar al otro? Si estamos en un mundo donde se prostituyó la ética, sin contar de los sentimientos que ahora son tan volátiles.
Y como estoy tan indignado, de todo y de todos, envuelto en un pesimismo schopenahuerano fatal pero auténtico, sólo veo “bípedos” en lugar de personas. Permítanme, entonces, mandarlos al carajo.

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