Revista Talentos

Perritos que mueven la cola

Por Sergiodelmolino

No hay duda de que Woody Allen es un humorista de primera. Lo malo es que le toman en serio. Ya saben: cuando un artista habla, la plebe agacha la cabeza y escucha con arrobo.

Llega a Oviedo y suelta, ante el pasmo generalizado: “La mayoría de las películas estadounidenses  de la última década se han hecho para ganar dinero”.

¡Qué me dice, don Woody, digo, señorito Allen! Menos mal que ha venido usted a abrirnos los ojos ante esos desaprensivos que trabajan por dinero. Y nosotros creyendo que eran actos de generosidad pura, nada que ver con industrias, pago de salarios ni retribuciones de derechos de autor. ¿Cómo pueden ser tan malvados? ¿Cómo pueden jugar así con la ingenuidad de la buena y sana gente de este pueblo?

Bueno, no se lo tomen en serio. Creo que es una más de sus ingeniosas boutades. Al fin y al cabo, don Woody, digo, señorito Allen está en Oviedo por una razón muy altruísta: promocionar su última peli y presentar una campaña de publicidad turística de Asturias. Y por ninguno de los dos conceptos ha percibido dinero. Él come arte, se viste con ingenio y vive en una casa hecha de palabras.

La prensa, como siempre que se tropieza con el genio, encantada. Lean si no este extracto de un cable de la agencia Efe:

“Conocerás al hombre de tus sueños” -cuyas actrices Lucy Punch y Gemma Jones también estuvieron en Asturias- sigue inscrita en el terreno de la comedia, mientras afirma, en una entrevista con Efe, que “la vida en sí misma es muy trágica”. “Hay momentos maravillosos, aunque al final no son tan buenos”, prosigue.

Y, sin embargo, se le dibuja su mejor sonrisa cuando la rueda de prensa de presentación del filme se interrumpe con una llamada de su mujer, Soon-Yi, a quien le devuelve un cariñoso “luego te llamo”.

“Luego te llamo”, dijo el artista y, sin embargo, amante. Un cariñoso “luego te llamo”, a decir del redactor. Y es cierto, casi podemos sentir una vaharada de empalago amoroso ante tales emotivas palabras. “Luego te llamo”. Ni Isolda soñó de Tristán palabras tan bonitas. Si Julieta hubiera escuchado un cariñoso “luego te llamo” de los arrebatados labios de Romeo, se habría tirado de cabeza por el balcón sin pensarlo un segundo.

Cuánto arte y cuánto cariño en ese “luego te llamo”, que pasará a la historia de las frases más románticas, junto a “pásame el azúcar” y “¿a qué hora teníamos cita con el callista?”.

Servidor, que ha asistido a ruedas de prensa en las que los artistas han sido aplaudidos por la prensa congregada -ante mi pasmo-. Servidor, que ha sido ridiculizado en alguna revista especializada por no haber tratado con la debida pleitesía y entrega a unas estrellas del rock, no entiende qué coño nos pasa a los periodistas cuando estamos ante uno de estos dioses postmodernos. Qué ganas de epatar, qué peloteo, qué ridícula celebración de cada tontería que sale por su boca. En serio, es digno de ver cómo algunos colegas mueven el rabo y se refrotan contra las piernas de ciertos tótems sagrados.

No digo yo que tengan que ir a cara de perro ni que les pongan contra la pared con preguntas incómodas y fuera de lugar. La información cultural suele ser buenrollera y no hay motivos para andar a malas. No son políticos ni banqueros, y se supone que hablar de cine o de literatura es cosa relajada y grata. No se trata de eso. Simplemente, agradecería algo de profesionalidad. Algo de fría y serena profesionalidad.

Supongo que pido un imposible.


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