Día para el baile en el jardín botánico de la Complutense con la presencia de dos combos que laten música popular. Aún con los últimos rayos de un sol de justicia abrió la noche el veterano cubano Eliades Ochoa, con una dilatada carrera a sus espaldas, pero conocido principalmente por su pertenencia a Buena Vista Social Club y, para las nuevas generaciones, por su colaboración con C. Tangana en "Muriendo de envidia".
Comenzó profético cantando "Ay que buena está la fiesta mamá" para seguir con el tema que da nombre a su último disco 'Vamos a bailar un son', buena muestra de la pericia de uno de los soneros más emblemáticos. También degustamos 'Yiri yiri bon' de su compatriota Benny Moré o el son montuno -surgido en Santiago de Cuba y precursor de la salsa- de 'Ay Papacito'.
La fórmula es como el buen ron añejo, una larga tradición en varias capas de sabores cubanos: la base de caña de azúcar de las congas, el paladeo balanceado y ligero que ofrecen el contrabajo y la guitarra rítmica, unas notas sutiles de maracas y todo ello levemente afrutado por la trompeta. Combinación idónea para una experiencia embriagadora.
Todas las fotos son de Ricardo RubioEliades porta camisa y su icónico sombrero negro, mientras el resto de la banda viste guayaberas blancas. Ropajes frescos caribeños que también se dieron entre un público que rompió a bailar pese al calor, especialmente durante la canción que "se convirtió en un himno de la música cubana". Ochoa se refería a 'Chan Chan', obvio, y ante la gran ovación resultante se quitó importancia para enaltecer a su colega: "merecidos aplausos a Compay Segundo".
Pudimos escuchar otras joyas popularizadas por esa agrupación, como 'El Carretero' o 'El Cuarto de Tula', y es que Buena Vista Social Club, esa reunión sin precedentes de los más importantes músicos de la isla, grabaron un disco para la eternidad. Siempre humilde, ante la unánime demanda del público, el cantante se disculpa por no poder tocar más tiempo del programado, 75 minutos de auténtico sabor cubano.
PINK MARTINI
Para la siguiente banda la edad media de la audiencia bajó un par de décadas. Hace ya 25 años que Pink Martini lanzó su exitoso debut y el inicio del concierto con 'Amado mío' y 'Sympathique' consigue que todo el mundo conozca y cante los estribillos. Avanza el repertorio y no es ninguna sorpresa que las más coreadas fueran en nuestro idioma como '¿Por qué te vas?' de Jeanette o la cubana 'Quizás, quizás, quizás'. Esta última composición fue cantada por la mexicana Edna Vazquez -poseedora de un gran chorro de voz- que se une a las otras dos vocalistas, la fundadora China Forbes y su savoir faire, y Storm Large con su poderosa presencia escénica.
El colectivo de Oregón es como un parque de atracciones de la música popular, consiguen homogeneizar en su propuesta un montón de géneros para lograr un show que oscila sin prejuicios entre el pop francés, el jazz estadounidense o el cancionero latinoamericanos. El ideólogo de este mix es Thomas Lauderdale, líder en la sombra que siembra con maestría sus arreglos con muchas pistas orientadas al gran público, ya sean unos vientos similares a 'Feeling Good' de Nina Simone, unos acordes que invitan a cantar 'I will Survive' o incluso algún apunte a John Barry y su sonido 007.
La banda interpreta con solvencia las diferentes revisiones, saltando de cultura en cultura y de idioma en idioma con agilidad mediante interludios instrumentales a medio camino entre el jazz y la música ambiental. Incluso el trasiego de cantantes tiene algo de viaje en el tiempo y el espacio. Tal y como se vivió al final del recital se pueden encadenar un bolero de Lecuona 'Yo te quiero siempre', 'Pata pata' de la sudafricana Miriam Makeba, una reivindicación del arte indígena maya en 'Ixim Ixoq (Mujer maíz)', 'Tomorrow' del musical Annie y la samba de 'Brazil'.
Todas las fotos son de Ricardo Rubio