Revista Cultura y Ocio

“Pista negra” de Antonio Manzini

Por Guillermo Guillermo Lorén González @GuillermoLorn

Antonio Manzini ha dibujado un personaje extraordinario.

Cubierta de: Pista negra.

Cubierta de: Pista negra.

Estas palabras  han sido pronunciadas por el genio de la novela policíaca Andrea Camilleri, y tienen que ser verdad, pues Pista negra, después de leerla me ha dejado un buen sabor de boca. El personaje en cuestión se llama Rocco Schiavone:  “un policía que nació en el Trastevere, de la quinta del sesenta y seis, cuando todavía no era el barrio turístico y bullicioso que ahora es, sino un lugar popular donde también habitaban bandidos y gente de malvivir. Rocco creció y aprendió las reglas de la calle, y mientras sus amigos se convertían en ladrones, él, casualmente, se hizo policía. Por eso se comporta todavía como un medio delincuente. Las cosas que hace están en el límite de la legalidad. Y a menudo traspasa la frontera”.
Pero, ¿como había acabado Rocco Schiavone en el valle de Aosta? Había nacido en Roma, y en Roma había forjado una magnífica carrera como policía llegando a subjefe (antes llamado comisario),  parecía destinado a una carrera fulgurante y satisfactoria. Sin embargo, de la noche a la mañana su estrella había caído, se había precipitado con un traslado rápido y silencioso al valle de Aosta por motivos disciplinarios, trasladado allí desde su querida Roma por un pequeño incidente con el hijo de alguien demasiado poderoso que no tuvo ningún reparo en hacer que lo desterraran al paraje más lejano y dejado de la mano de Dios que había en Italia. Para un romano sofisticado y amante de la buena vida, no es la mejor noticia. El frío, las botas de nieve y el provincianismo de los autóctonos estimulan la natural tendencia de Rocco a las malas pulgas.
Rocco Schiavone es violento, sarcástico en el más puro estilo romano, pedante, infiel, grosero con las mujeres, cínico con todo y con todos, y odia su trabajo. Pero él tiene talento.
Y una forma muy curiosa y personalísima  escala de valoración de las tocadas de cojones que la vida le reservaba día tras día con absoluta indiferencia. La escala empezaba en el sexto grado, o sea, todo lo relacionado con las obligaciones domésticas: recados, fontaneros, alquileres… En el séptimo grado estaban los centros comerciales, los bancos, las oficinas de correos, los laboratorios de análisis, los médicos en general, especialmente los dentistas, y, para acabar, las cenas de trabajo y los parientes, aunque al menos éstos, gracias a Dios, estaban en Roma. El octavo grado incluía, en primer lugar, hablar en público, seguido de los trámites burocráticos de trabajo, el teatro e informar a superiores y jueces. En el noveno grado figuraban los estancos cerrados, los bares sin helados Algida, encontrarse con alguien que le soltara rollos interminables y, sobre todo, las vigilancias con agentes que no se duchaban. Por último, estaba el décimo grado. El non plus ultra, la madre de todas las tocadas de cojones: tener que apechugar con un caso.

Y eso es lo que ocurre, un caso. La ocasión se presenta cuando aparece un cadáver aplastado bajo las huellas de una máquina pisanieves en una de las estaciones de esquí de la zona. El desafío es importante. A la escasez del material encontrado hay que añadir la ignorancia de Schiavone de las costumbres locales, su desconocimiento del dialecto y la historia del lugar. Nada que amilane, desde luego, a una persona decidida y orgullosa como él. Sin renunciar un ápice a su temperamento meridional, Rocco se abre camino entre pistas, refugios de montaña y teleféricos, interroga a monitores, guías y enigmáticos operarios del valle, y, sobre todo, traba relación con unas cuantas lugareñas guapas dispuestas a ofrecerle una cálida bienvenida.

Antonio Manzini con la creación del subjefe de policía Rocco Schiavone entra en el “olimpo” de los autores de novela policíaca hasta ahora ocupado por Brunetti y Montalbano, creados respectivamente por Donna León y Andrea Camilleri. Sin olvidarnos, claro está de Niccolò Ammaniti, Giorgio Scerbanenco, Carlo Lucarelli, Marco Vichi o Massimo Carlotto. Esperemos que  Salamandra Black nos traiga las siguientes entregas de éste protestón llamado Rocco Schiavone: La costola di Adamo (2014) y Non è stagione (2015).

Antonio Manzini © BASSO CANNARSA

Antonio Manzini © BASSO CANNARSA

El autor:
Antonio Manzini (Roma, 1964), actor, director de cine y teatro y escritor, ha publicado las novelas Sangue marcio (2005) y La giostra dei criceti (2007), así como varios relatos breves, dos de ellos a cuatro manos con Niccolò Ammaniti. Pista negra, su tercera novela, es la primera de la serie dedicada al subjefe Rocco Schiavone y ha sido recibida con el aplauso de la crítica y el público en Italia, donde ha permanecido en las listas de los libros más vendidos durante semanas. La obra se editará en siete idiomas.

El libro:
Pista negra (título original: Pista nera, 2013) ha sido publicado por la Editorial Salamandra Black, en su Colección Novela negra. Traducido del italiano por Teresa Clavel Lledó, 2015. Encuadernado en rústica con sobrecubierta, tiene 252 páginas.

Cómpralo a través de este enlace con Casa del Libro.

Como complemento pongo un vídeo en italiano en el que Teo Lorini presenta a Antonio Manzini.

Antonio Manzini: «Un ispettore romano in montagna»

Para saber más:

http://sellerio.it/it/catalogo/Pista-Nera/Manzini/5503


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