Revista Cultura y Ocio

Placebo

Publicado el 08 agosto 2014 por Pelirrosa
every me & every you31 de julio, Palacio de los Deportes de Madrid. Placebo está a punto de empezar a tocar. Mi amiga y yo llegamos apuradas, solo 10 minutos antes de que empiece el concierto. ¿Quiénes son los teloneros? No lo sabemos, ni ahora ni dentro de un rato, porque hace como cuarenta minutos que deben de haber salido al escenario y, si siguen sobre él, ya estarán por el último tema.
Pero, oh sorpresa, hay cola para entrar en el Palacio, bastante cola, tanta que empezamos a pensar que no vamos a llegar a la primera canción. Primera pregunta: ¿Entonces quién está dentro viendo a los teloneros? Pobres... (Si alguien estuvo, por favor, que informe al respecto).
Entramos. No nos da tiempo a pasar por la barra cuando ya suenan los primeros acordes. Y entonces, oh segunda sorpresa, ese pabellón con capacidad para más de 15.000 personas solo acoge a 3.000 de nosotros. Gradas completamente vacías, sábanas negras desplegadas para tapar su presencia, y al fondo, un Brian, un Stefan y un Steve que, si conocen el histórico de los conciertacos del Palacio, de los llenos absolutos, deben de estar bastante deprimidos, por no mencionar la pasta que seguro que palmaron.
¿Se lo merece Placebo? No, sin duda. Aunque habría que preguntarle a quien tuvo la idea de programar un concierto multitudinario en Madrid en pleno agosto. Faltaba mucha gente disfrutando de ese concierto. Pero ya sea por irse de vacaciones, por ponerse puristas o porque hay que ahorrar, la banda no tuvo el recibimiento que, seguramente, esperaba.
Y el concierto moló, lo siento por los que se lo perdieron. No tienen una puesta en escena memorable (dudo que nadie lo recuerde como el concierto de su vida) y no les gusta hablar demasiado (al menos en una noche en la que ven muchos huecos en la pista), pero suenan bien y, algo que yo personalmente agradezco mucho, Molko conserva la misma voz que en sus grabaciones. Mucho de la última oleada y nada de los primeros discos y la intención de que cuando vuelvan a Madrid (si es que vuelven...), la menda se apunta.
Después de menos de dos horas nos fuimos, sin agobios ni aglomeraciones hasta alcanzar la salida a un Madrid que, también por sus calles, estaba vacío.
¡Ah! Y tocaron esta canción...


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