¡Al fin! ¡Ya está Paloma en papel!
Esta semana me llegaron los ejemplares de prueba de Paloma. Me hizo mucha ilusión tener el libro en papel entre mis manos. La portada, diseñada por mi primo Juan, queda preciosa, y no es pasión de prima, sino la pura verdad. Le mostré un ejemplar a House para que me diese su opinión, la mía no iba a ser objetiva, y decidimos que aún había cosas mejorables.
Me volví a meter en la página de Create Space para hacer las correccioner. Lo primero fue escoger un tamaño ligeramente menor, quería que el libro fuese de verdad "de bolsillo" y cupiese con facilidad en los bolsos, con los sacos que acarrea ahora la gente no iba a haber problema pero, personalmente, prefiero los bolsos no muy grandes para no correr el riesgo de dislocarme el hombro. Además de los distintos juegos de llaves y la cartera, llevo varios pintalabios, un bloc, algunos bolígrafos y un libro pequeño. En realidad ese libro cumple una función "de rescate", está ahí por si en algún momento lo necesito, aunque en el coche y en el hospital no es probable que recurra a él, pero ¿quién sabe? ¿Y si un día me quedo atrapada en el ascensor? En esos instantes un libro es un item imprescindible.
Al cambiar el tamaño tuve que maquetar de nuevo la portada y el contenido. Uno de los problemas de Create Space es que los diseños de cubierta no incluyen espina, así que el canto va vacío. Para localizarlo en la estantería habrá que pegarle una etiqueta. Es un pequeño inconveniente y, cuando aprenda a diseñar portadas sin ayuda del programa, seguro que lo podré subsanar. En otras plataformas de autopublicación ese tema está resuelto. Lo sé porque he presentado uno de mis libros al concurso de Bubok. Se trata de "Las perlas de la sirena". En esta ocasión, más que un cuento es una leyenda. Mi idea de leyenda es semejante a la de los románticos del siglo XIX, así que se trata de una novela romántica, sí, pero a la antigua usanza. El proceso de autopublicación es similar en ambas plataformas aunque con Bubok el producto final sale más caro. ¿Por qué? No lo sé, supongo que tendrá su explicación pero, como nadie me ha desglosado la factura, no sé en qué radican las diferencias. No le he puesto el precio para hacerme rica, sino que ese era el coste de la publicación. El veredicto del concurso sale el 31 de marzo y, si no gano, lo que me extrañaría mucho que sucediese, haré una versión del libro para amazon, que espero resulte más económica.
Siempre me impone revisar mis libros, sé que suena ridículo pero se me hace un nudo en el estómago ante la idea. Son algo muy mío, algo importante y eso supone una responsabilidad. Por muchas vueltas que les haya dado, siempre encuentro algo que no me convence, adjetivos que sobran o frases que podría haber expresado mejor. No es fácil asumir que no es perfecto, al contrario, resulta frustrante. Aunque soy consciente de mis limitaciones, hago como todo el mundo, arrinconarlas en un lugar de mi mente. Sin embargo, en esos momentos, son algo evidente y que se exhiban delante de una con tanta claridad no es un trago agradable.
Confieso que me enfrenté solo por encima a mis temores. Corregí lo necesario pero sin meterme a fondo, sin analizar cada frase con detalle, era la única manera de evitar reescribir la novela. También tuve algunos problemillas con la portada que me costaron toda una tarde de quebraderos de cabeza hasta arreglarlos. Finalmente parece que dejé todo en orden y, según me han informado, en unos días, el libro de Paloma estará disponible en amazon (de hecho ya sale, se ve en este enlace). Sigo sin comprender que una obra finalista del Premio Lazarillo (en el que solo hay dos finalistas) no haya encontrado editor.
¡Qué emoción cuando he entrado en amazon y he descubierto que ya está Paloma en papel!