Revista Arte

Playa Unión

Por Deperez5
Playa Unión
Vibraba el sol del último verano
Frente al frío mar patagónico,
En el caserío de Playa Unión;
Muy cerca, pintados de naranja,
Los barquitos pesqueros
Y su breve y exhausta tripulación
Regresaban al puerto de Rawson,
Cargados de rojos langostinos.


La casa está frente a la escollera,
Donde estalla la furia del oleaje
Y suena el chillar de las gaviotas.
Todas las mañanas el sol se alza
En el imposible horizonte marino
Y resplandecen en el cielo nocturno
Los diamantes de la Vía Láctea.
Blancos y apacibles pasaban los días
Pero yo sólo pensaba en caminar,
Yo que tantas cosas había deseado
Sólo deseaba caminar y caminar,
Me arrasó el deseo de caminar
Hacia los acantilados del norte,
Caminar y caminar sin descanso
Por la rumorosa playa desierta
Solos yo y el mar y la nada inmensa.


Temprano en la mañana
Cargué una botella de agua
Y un puñado de almendras
Me puse el gastado sombrero de Carmen
Y como un antiguo explorador
Emprendí mi ansiada caminata,
Atrás quedaron Carmen y Erica
La casa el asfalto la escollera
Los últimos techos solitarios
Y los veloces automóviles de Playa Unión.


Revueltos en confuso tumulto,
Se apagaban en mis entrañas
Los delirios de mis años juveniles,
El fragor de Buenos Aires,
Los periódicos holas de mis hijas,
Afincadas en naciones lejanas,
Y las sombras de héroes y poetas
Hundidos en el abismo de los siglos.
Lo único real era el batir de las olas
Y mis pies que pisaban la arena
Bajo un cielo implacable sin nubes,
Avanzando hora tras hora
Con mi sombra que se acortaba
Al filo del rabioso mediodía.


Entonces lo vi flojamente tendido
Muy cerca de las lenguas marinas
Que lamían y mojaban la playa,
Ese hábitat de algas y piedras
Y valvas vomitadas por el mar,
El grisáceo pelaje de un animal inmóvil
Tal vez un perro de raro destino,
Un despojo expulsado de la vida
Expuesto a mi fugaz compasión;
Pero la criatura dio un salto repentino,
Se irguió con un ronco chillido,
Alzó su cabeza aterrada y feroz,
Un ojo sano ebrio de pánico,
El otro ciego y las fauces abiertas,
Y buscó veloz el abrigo del mar.


¿Qué oscuros circuitos mentales
Anudan lo imaginado y lo real?
¿Habré caminado aquel ardiente día
Abrasado por el aire incandescente
Hasta subir por una senda imprecisa
El abrupto acantilado costero?
¿Pisaron mis pies la estéril meseta
Emergida del lecho marino
Hace incontables millones de años?
¿Habrá sido mi encuentro frente a frente
Con el extraviado lobito de mar
El adiós a un mundo que se apaga?
¿Qué aladas especies migratorias
Se llevaron mi caminata de enero
Al cielo ceniciento del olvido?



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