El resto del podcast, que se titula All there is with Anderson Cooper, es lo más bonito y emocionante que he escuchado este año con mucha diferencia. Desconozco si Cooper se ha escrito sus guiones o ha tenido un guionista (que le den un premio) pero eso no importa porque es evidente que la historia, el tono y la emoción es suya y muy personal. A lo largo de los ocho episodios que componen el podcast y mientras cuenta sus procesos de duelo, charla con diferentes invitados o escucha los mensajes de voz de cientos de oyentes, rompe a llorar varias veces, pierde la voz, se queda sin palabras y, cada vez que eso le ocurre, el oyente piensa: Anderson te entiendo, yo también me he sentido así alguna vez.
All there is es, como comentaba en el post anterior, una reflexión sobre las maneras de vivir el duelo y la ausencia. En el último de los episodios, en un mensaje de audio, una oyente dice que lo que más le ayudó a ella es cuando le dijeron que lo estaba haciendo bien, que no hay una manera correcta de llevar el duelo porque todas son correctas. Dándole vueltas creo que es un proceso intensamente personal, más personal que enamorarse y del que se ha escrito y hablado mucho menos y por eso este podcast es tan maravilloso. A los que hemos vivido ese duelo nos acompaña y nos hace ver que no estamos solos en las cosas que pensamos, hacemos para recordar a los que ya no están (una señora cuenta que como parte de su duelo y dado que su madre era muy aficionada a las compras, para honrar su memoria, el día del cumpleaños de su madre compra algo en una tienda y al día siguiente lo devuelve y yo, por ejemplo, escribo posts)o nos enfrentamos a qué hacer con las "cosas". A este tema dedica Cooper mucho tiempo porque es curioso como lo que hasta la muerte de esa persona eran solo objetos: una mesa, una silla, un par de gafas, un cajón con facturas, un pijama, una maquinilla de afeitar o una almohada, una vez desaparecida esa persona se convierten en algo mucho más grande, algo cargado de significado y trascendencia con lo que hay que lidiar. No hay tampoco una manera correcta de hacer esto. Está bien el que decide tirarlo todo y está bien el que, como él, va revisando todo y haciendo cajas que traslada a otro lugar hasta que esté preparado para tirarlas.
Como he dicho antes, a lo largo de ocho episodios, Cooper comparte el duelo y descubre cosas. Por ejemplo, el vacío existencial que se abre cuando te das cuenta, como en su caso, de que eres la última persona que queda viva capaz de recordar determinados momentos, sensaciones u ocasiones. En su caso, ni su padre, ni su hermano ni su madre están ya para corroborarlas, para poder compartirlas con él pero aunque no seas the last man standing, siempre que pierdes a alguien cercano hay algún recuerdo del que te conviertes en único conservador. ¿Qué hacer con él? ¿Traspasarlo a otros? Sí, claro que sí, para que no muera nunca o al menos tarde lo más posible.
Stephen Colbert como comenté el otro día aparece en el segundo episodio que es también maravilloso. Laurie Anderson, artistaza, mujer increíble y viuda de Lou Reed acompaña a Cooper en otro y en el resto los invitados no son tan conocidos para nosotros pero sus aportaciones son igual de interesantes. Hay un episodio en el que Kirsten Johnson, que es directora de documentales, habla de la sensación de pérdida anticipada que tienes cuando tus padres tienen Alzheimer o demencia y dejan de ser ellos. Es otro tipo de pérdida que funciona de otra manera y que ella ha retratado en un documental, que podéis ver en Netflix, Dick Johnson is dead, tierno, emocionante y casi casi divertido.
No quiero extenderme más. Podría estar horas hablando de este podcast pero lo que de verdad me gustaría es que lo escucharais. Os hará muchísimo bien y vais a llorar bien, a gusto.