Una nueva encuesta que publica hoy el diario El mundo sitúa a Podemos a apenas un punto del PSOE. El Partido Socialista, pese a que acaba de realizar una segunda conferencia política para escoger un nuevo Secretario General en apenas unos meses, no termina de levantar cabeza. El PP sigue sacándole 8 puntos. No bastan operaciones cosméticas. Hay demasiado hartazgo en la ciudadanía como para que le baste sustituir la ajada cara de Rubalcaba por el terso y sonriente rostro de Pedro Sánchez. No basta cambiar de imagen. El Buscón de Quevedo se cierra con una frase que bien conviene a esa confusión de política y marketing: “nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar, y no de vida y costumbres”. El limbo en el que anda el PSOE deja al PP como el único baluarte del régimen del 78. Expertos en las cosas del poder, lo aprovecha.
El PP, desde ese lugar privilegiado, sigue su aquellarre contra la democracia y recibe el 30% de los apoyos. Por supuesto, da susto. Las sombras del miedo sembrado durante casi un siglo, junto a la represión (ley mordaza), a la criminalización de las mujeres (aborto, feminización de la pobreza, agravamiento del patriarcado), a la resignación inoculada en los parados (su asunción de que ya no son “rentables”) y al millón de jóvenes exiliados por el mundo (y, por tanto, desactivados de su enfado), logran que el PP siga teniendo un resultado que demuestra que aún hay víctimas que apoyan a sus verdugos. Ese 50% de votos que aún tiene el régimen (cierto que ya no es el 80%) refuerza la necesidad de aire fresco. Hay que desterrar el miedo y abrir las ventanas para que entre la luz que saque a la ciudadanía de la minoría de edad propia de los regímenes caciquiles. En esta España decimonónica todavía hay gente que acuda a la puerta de los juzgados a aplaudir a los políticos ladrones imputados. Hay diputados del PP que firman peticiones de indultos para alcaldes del PP condenados por corrupción. Hay políticos y sindicalistas acompañanando a prisión a los “suyos”. Misión de todos los demócratas es mandar al baúl de la historia esos comportamientos. Hay un landismo político que vota régimen del 78.
Mientras, la tendencia de Podemos que marcan las encuestas sigue invariable: el régimen se debilita, Podemos avanza. Por eso las críticas arrecian. Y lo que queda. El régimen tiene un objetivo en este otoño: intentar acabar con Podemos. Como no hay mucho de donde rascar, inventarán. Entre las muchas mentiras de esta semana, está la supuesta invitación a Joaquín Sabina y Willy Toledo a que no opinen. ¿Alguien podría decir dónde está eso dicho? Da lo mismo. Calumnia que algo queda. (Para quien quiera salir del interesado enredo, abajo puede encontrar los dos cortes de la intervención que han generado los ataques). Claro que los agresivos titulares de la prensa del régimen que han generado tantos comentarios no los escriben los periodistas. Lástima que la dirección de muchas agencias y periódicos prefieran el ruido a la dignidad de la profesión. Debiéramos aprender y los insultadores recurrentes podrían informarse un poco. Aunque es ingénuo pensar que mejor informados dejarían de sembrar su inquina.
Cualquier persona, en una democracia, puede opinar. Estaría bueno. Igual de evidente que lo es que las opiniones de Wily Toledo sobre Podemos respiran aire antiguo. Lo que no quita que deban debatirse. Más rigurosos debiéramos ser con los abajo firmantes en un país que le ha entregado a la farándula el fiel del pensamiento público. Las opiniones políticas de Joaquín Sabina no suelen tener un rumbo firme. Salvo cuando insiste en tocar en Israel mientras tiene lugar el genocidio contra el pueblo palestino. Él verá lo que hace. A mí no me guía políticamente. La función del intelectual está en proporcionar orientación política. Una sociedad que entrega esa función a los famosos tiene mucho trecho pendiente. Ojalá el genio musical de Sabina estuviera también presente en su criterio político. Pero no es el caso (Pink Floyd acaba de decidir no tocar en Israel en solidaridad con el ataque criminal a Gaza). Sabina pide a Podemos actualizarse y salir del siglo XX (pese a que se trata de la formación política más novedosa y original del panorama español). Supongo que podremos afirmar que sus comentarios políticos no nos interesan tanto como sus canciones. Algunos han querido convertir esto en una invitación a la censura. Pues sigan, sigan. Seguro que los que hacen estas afirmaciones son los mismos que celebran que Willy Toledo no pueda trabajar en España por tener ideas políticas y expresarlas. Y seguro que son los mismos que si Sabina encontrara su mes de abril y dejara de bailar chotis con alcaldesas vestidas con trajes de la Gürtel, renunciara a cocinar para príncipes y princesas o comenzara a despotricar contra la cultura de la Transición, sus prelados y sus premios (cejas incluidas), lo acusarían con inquina y mala baba. Los países que juntan en el tiempo dictaduras y confesionarios suelen ser muy inquisidores.
Podemos avanza y el régimen cruje. Ni más ni menos. Queda mucho por cambiar en este país. También en las conciencias. Los viejos consensos ya no valen. Ni sobre el rey, ni sobre la Constitución, ni sobre el ordenamiento territorial, ni sobre el empleo, ni sobre Europa ni sobre la cultura. Hay que seguir avanzando para sumar nuevas mayorías sociales. Mientras, el falso decorado del régimen del 78 se va hundiendo bajo el peso de su incapacidad. Podemos sigue sin asustarse. Bienvenidos al septiembre de la esperanza.