Hoy se me ocurre visitar la FNAC de Callao y aprovecho para ver dónde para mi último libro (Atractores extraños). Sé que hay personas que se han hecho con él ahí, pero no consigo verlo. Reviso mostradores, busco por orden alfabético... Nada, que no lo veo. Decido por fin preguntar en información y ahí me dicen que busque por la M en el apartado de 'policíaca'. No salgo de mi asombro. Me acerco al apartado dedicado al género policíaco y, efectívamente, allí estoy. No entiendo en base a qué me han colocado allí. Podrían haberme colocado con mayor acierto en el de filosofía o en el de ciencia ficción. Supongo que el texto de la contraportada tiene algo que ver. Supongo que los criterios para ubicar una obra en una librería son tortuosos. De nuevo caigo en el vicio de ponerme en el lugar de los demás y de intentar comprenderlos y, como casi siempre, acabo consiguiéndolo. Controlo, por tanto, mis ganas de dirigirme al mostrador con el libro en la mano para decirles que cómo se les ha ocurrido colocar mi libro allí, en medio de todos aquellos bestsellers. Lo pienso mejor. Miro mi libro en la estantería y creo que su situación guarda una extraña relación con su título y que, al fin y al cabo, mirado desde cierto punto de vista, mi libro tiene que ver de alguna manera con el género policíaco. Y entonces llego a pensar que el encargado de ubicar los libros en la FNAC es una especie de genio, un genio que va más allá de mi comprensión inmediata y prejuiciosa. Y lo que tengo que hacer en ese momento es reprimir mis ganas de preguntar en información por el encargado de decidir en qué apartado acabará cada uno de los libros que llegan a la tienda. Al volver a casa me encuentro con la agradable sorpresa de que Sergi Bellver ha colocado Atractores extraños en una selección de los mejores libros (a su juicio, claro) de relatos del año que se nos acaba.