Esta es la típica receta recurrente para hacer en un momento y comer a diario. A los más jóvenes les encantará la combinación de la salsa cremosa con los champiñones frescos y nos zamparemos una barra entera de pan si queremos pringar bien la salsa.
En mi casa se consume mucho pollo, por las dos P, su proteína y su precio. Por eso hago múltiples recetas y combinaciones de pollo con otros ingredientes.
Como quería hacer algo más ligero, he sustituido la nata para cocinar por leche evaporada. Así mi conciencia, después de una fiestas navideñas con muchos excesos, se queda más tranquila.
He escogido dos variedades de champiñones frescos, los blancos normales y los marrones o Portobello. Podéis usar también champiñones en conserva o de lata, lo que tengáis más a mano.
Para 4 personas:
- 1 pechuga de pollo cortada en tacos
- 1 cebolla o cebolleta
- 250 g de champiñones blancos
- 250 g de champiñones Portobello
- 1 cucharada de queso en polvo
- 200 mL (1 brik) de leche evaporada o de nata para cocinar
- 1 cucharadita de café de polvo de setas (opcional)
- aceite de oliva
- sal y pimienta
- cebollino o perejil
En ese aceite se pocha una cebolla muy picada unos instantes hasta que se ablande. Se añade a la cazuela los champiñones lavados, secos y cortados en cuatro trozos cada uno:
Se añade una cucharadita de polvo de setas (es opcional, yo lo tengo en casa y le da un toque muy rico a los platos con setas, pero no pasa nada si no se pone):
Se añade la leche evaporada a los champiñones, se espolvorea con una cucharada de queso en polvo, se remueve y se rectifica de sal.
A esta salsa se incorpora el pollo reservado, se deja que dé un hervor y se sirve muy caliente.
Se puede acompañar de pasta o arroz, pero yo preferí una barra de pan para mojar.