Este Pollo Oriental a la Naranja es una versión propia y el resultado es espectacular. Goza de muchos elementos que, al conjugarlos, sobresalen en sabor y textura. Tienes acidez, dulzor, picante, crujiente... una amalgama de sensaciones en boca de lo más apasionante. Cada uno puede ir graduando los ingredientes según el gusto (o el atrevimiento) de los comensales, y podemos servir solo o acompañado (como es mi caso) de un fantástico arroz Basmati.
Una propuesta original (y que en esta ocasión nos la dirige nada menos que Tarantino) para sorprender en la mesa y viajar a golpe de palillo. Fácil, sabrosa y aromática. Hoy se desatan los "reservoir dogs" de la cocina, y tú eres uno/a de ellos/as. ¡Mandiles arriba!
Ingredientes: 2 personas
Para el macerado y el rebozado
- 300 grs de pollo en trozos
- 2 cucharadas de Jerez seco
- 2 cucharadas de salsa de soja
- 100 grs de Maizena
- 1 huevo (Tamaño M)
- 2 naranjas grandes exprimidas
- 1 cda de vinagre de arroz
- 2 dientes de ajo
- Maizena diluida en agua
- Salsa de soja
- Chili flakes (chili seco)
- Aceite vegetal y Aceite de Sésamo
- 2 cdas de azúcar moreno
- Ajonjolí (sésamo tostado)
- Cebolletas
- 15 minutos + 30 minutos de macerado
- "Reservoir dogs" (Quentin Tarantino - 1992) ---- Tras receta
Le añadimos el Jerez Seco, la salsa de soja y el huevo. Lo mezclamos muy bien con las manos - bien limpias -, lo cubrimos con papel film y dejamos reposar en la nevera 30 minutos (como mínimo)
Pasado ese tiempo le añadimos la Maicena y lo removemos para que cada trozo se impregne de esa masa de rebozado.
Freímos el pollo por tandas en una sartén o freidora con aceite muy caliente. Cuando esté dorado por fuera lo sacamos a un plato con papel absorbente y reservamos.
Vamos con la salsa. En un wok o sartén con 1 cda de aceite vegetal y 1 cda de aceite de sésamo (que nos dará aroma oriental) sofreímos los ajos picados durante 1 o 2 minutos (sin que se nos quemen) Añadimos el zumo de las naranjas y removemos dejando que reduzca ligeramente.
Incorporamos el vinagre de arroz, el azúcar, la salsa de soja, el chile seco y la Maicena diluida en un poco de agua. Dejamos que se cocine todo y que vaya espesando lentamente.
Añadimos el pollo frito y le damos un último hervor para que la carne se impregne bien de la salsa y se caramelice. Apagamos el fuego.
Servimos en cuencos individuales arroz basmati o arroz blanco. Sobre él disponemos las piezas de pollo y bañamos generosamente con la salsa. Decoramos con unas ruedas de cebolleta y espolvoreamos semillas de sésamo tostado. ¡Que aproveche, hitchcookian@s!
Película ideal para degustar este plato
RESERVOIR DOGS
("Reservoir dogs" de Quentin Tarantino - 1992)
Unos trozos encerrados entre los límites de un cuenco me han servido para catapultar mi alocada mente a los primeros noventa. Muchos ingredientes se dan cita en un lugar de confinamiento, por lo que había que pensar en seres atrapados - mental y físicamente - y bañados de sangre o salsa. Y es ahí donde colisiona esta receta con "Reservoir dogs", la segunda obra tras la cámara (la primera es "El cumpleaños de mi mejor amigo") de ese enfant-terrible del celuloide llamado Quentin Tarantino.
El año 1992 supuso la irrupción en el panorama de un joven cineasta con una obra que se salía de toda norma. Un thriller de atracos, un drama de gángsters, una comedia negra teñida de violencia, un film-noir atípico... "Reservoir dogs" es una cinta que rompió moldes tanto en concepción como en ejecución. La estructura narrativa salta temporalmente de modo continuado, al tiempo que se suceden diálogos afiladísimos y brillantes (nunca antes habíamos oído con tanta naturalidad a los gángsters debatir sobre Madonna, sexo o propinas) y una dirección atrevida, sin tapujos, que se recrea en el sufrimiento humano y que logra mantener la tensión - y hacerla crecer - con muy pocos recursos pero extremadamente efectivos: el arranque con un ensangrentado Tim Roth en el asiento trasero, mantener en off el atraco, mostrarnos desde el inicio al topo, son solo algunos ejemplos de ese universo tarantiniano que empezaba a gestarse y a mostrarse al mundo. Surgía así un nuevo cine independiente. Un nuevo genio inusual.
Tarantino siempre ha sido un "hombre de cine" y son numerosos los homenajes y recursos de los viejos clásicos que usa, aún en la actualidad. En "Reservoir dogs"- que en pocas palabras trata de un grupo de delincuentes que son reclutados para ejecutar un atraco y que, tras el violento desenlace donde algunos mueren, se confinan en el "punto de encuentro" sospechando unos de otros- se dan cita Peckinpah ("Grupo salvaje"), Kubrick ("Atraco perfecto"), Scorsese ("Taxi Driver") y el cine policíaco de Hong-Kong, del que es fan confeso el director en cuestión.
Nuestra receta, con claros tintes orientales en toda su ejecución y concepción, encuentra un primer nexo de unión en el amor de Tarantino por el cine oriental (que luego se materializaría en todo su esplendor con la saga "Kill Bill") Los toques de la soja, el aceite de sésamo, el vinagre de arroz o el chili, representan esa tendencia al Oriente cinematográfico tan presente en su obra.
Pero yendo más allá podemos hallar semejanzas en los trozos de pollo como ese "grupo violento" de delincuentes, que se ven inmersos en un crimen común. Pedazos o seres que no se conocen (nadie sabe el nombre real de cada uno) pero a los que mueve la misma ambición y virulencia. Inicialmente se nos muestran crudos, impolutos, sin señales ni rasgos distintivos - vamos conociendo sus personalidades a partir de los flash-backs o del macerado-. El huevo, la harina, el jerez y la soja les van cubriendo de un rebozado o coraza que les hace temibles e inesperados, pero también compasivos y solidarios (como se nos muestra el líder Harvey Keitel cuidando y animando al tiroteado Tim Roth).
La fritura termina por desatar la fuerza de los personajes, que se endurecen tras el robo de diamantes. Si en el inicio eran piezas inocuas, ahora son seres recubiertos con una crueldad insoportable (caso de la célebre y despiadada secuencia de Michael Madsen "desorejando" a un policía con una sangre fría temible...) Esa coraza oculta sus verdaderas intenciones por lo que entre ellos surge inevitablemente la sombra de la sospecha. Hay un topo, un soplón, un perro de otra perrera, que puso sobre alerta a la policía. Y todos son culpables e inocentes. Ninguna pistola tiene una cabeza clara a la que apuntar.
Es entonces cuando comienza a emerger el suspense, la tensión, los nervios... La salsa va formándose lentamente mientras se le añaden elementos como la naranja (ácida como la comedia negra), el chile (potente como la violencia), el vinagre de arroz (amargo como el destino que les espera), los ajos (incisivos como los diálogos)... Y va tiñendo de un cromatismo sanguinoliento las paredes de la olla y del garaje donde están esos perros encerrados.
Llega el climax, ese enorme final donde el crescendo de la historia encuentra su punto álgido. La locura explota entre sospechas, dudas, agónicas súplicas y ansias de venganza. Un corrillo de bandidos blandiendo armas y apuntándose entre sí. Tarantino congela el tiempo, ahoga el aire, y nos secuestra en el sitio. Todo queda en vilo mientras observamos a esos trozos de pollo arremolinados alrededor del cuenco. Estalla la furia. Los dedos se hunden en los gatillos y las balas hacen de banda sonora terrorífica. La salsa baña toda nuestra vista, la sangre se derrama sobre los personajes...
"Reservoir dogs" fue y es uno de los referentes de los años 90. Sirvió no solo para descubrir a un cineasta - cuando menos original e innovador - que adaptó el cine negro clásico a los tiempos modernos, sino para entender una nueva concepción narrativa, que dos años más tarde terminaría por redondear con la obra maestra "Pulp Fiction". Nosotros nos dejamos llevar por su corriente más oriental para encerrar a unos ambiciosos trozos de pollo y rodar una receta de lo más deliciosa y, sin embargo, cargada de violencia culinaria. Es Tarantino, es cine, es algo nuevo...