Antes de poner cristales nuevos retiramos los restos del viejo que sigan sujetos a los bordes. Es posible que, además, tengamos que quitar algunos restos de masilla de la que sellaba el cristal anterior. Para ello nos armamos de un martillo y un cortafríos. También necesitaremos la ayuda de unas tenazas para arrancar los trozos que estén clavados en el marco. Cepillándolo al final, dejamos el marco libre de astillas y podemos ya poner cristales nuevos.
Empezamos midiendo las diagonales de los marcos y la profundidad de los carriles; nos aseguramos de lo que nos va a ocupar el cristal. Cuando encarguemos el corte del cristal, las medidas serán algo menores para facilitar la dilatación.
Preparamos la masilla. Si está muy húmeda, la envolvemos un rato en papel de periódico, que absorbe algo el aceite; si está muy seca la podemos ablandar, mientras la amasamos, con aceite de linaza. Colocamos la masilla con el dedo pulgar a lo largo de toda la ranura, en forma de banda continua y estrecha (unos 3 mm).
Colocamos el cristal, primero por el lado inferior y luego por el superior, y lo presionamos hasta dejarlo bien asentado y apoyado en el resto del marco.
A continuación ponemos el marco de la ventana, dejando un espacio de 2 mm por detrás del cristal. Con una espátula retiramos la masilla sobrante.
Ahora es el momento de clavar el marco. Lo hacemos en paralelo a la hoja, a una distancia de 1,5 cm., y aplicamos más masilla en la parte exterior de la hoja. Solo queda esperar tres semanas hasta que la masilla endurezca y permita pintarla.