Revista Bares y Restaurantes

Poniéndonos moraos en el Morao.

Por Javier De Lara @FValentis
Poniéndonos moraos en el Morao.Esta vez quiero hablaros del restaurante Morao Tapas, concretamente del local ubicado en calle Velázquez 40. Aunque ya he ido varias veces, he de decir que en las últimas ocasiones ha mejorado tanto su oferta de platos como su elaboración, por lo que se convierte en un sitio bastante bueno para ir a tomar unas tapas a un precio no demasiado caro, dentro de lo que cabe, claro.
Este restaurante, que recibe una clara influencia de Lateral, empezó su andadura hace relativamente poco tiempo y enseguida ha conseguido tener un éxito considerable, llegando a abrir dos nuevos locales, además del de Velázquez, uno en Castellana 95 y otro en La Moraleja. Su oferta no por repetida en Madrid deja de tener gancho: ofrecer tapas clásicas y pinchos con un toque personal y a un precio asequible para un bolsillo medio. En este caso, Morao Tapas es algo más caro que su máximo competidor pero también tiene platos algo más elaborados y, a mi modo de ver, de más calidad.
En este última visita, Alonso, Isa, Lorena y yo decidimos acudir ya que estábamos por el centro dando una vuelta y nos pillaba realmente cerca. Sí, habéis leído bien, Lorena también se vino, pero esa es otra historia que deberá ser contada en otro momento. Aunque nosotros encontramos una mesa de casualidad por una reserva cancelada, os recomiendo que llaméis con un día de antelación para aseguraros un sitio, ya que suele estar lleno.
Poniéndonos moraos en el Morao.El primer punto a favor del Morao es que tienen tres tamaños para las cañas: normal, doble y pinta. Ni que decir tiene que nosotros pedimos todos la pinta, salvo Isa que se decantó por un infame tinto de verano, que le encanta. En general es apropiado desconfiar de los lugares que no tienen varios tamaños de vaso para elegir donde depositar tu cerveza. Suelen ser unos cursis sin remedio.
Como viene siendo habitual, os cuelgo una imagen de la carta. Como podéis ver, se dividen los platos en pinchos, flautines (una manera algo hortera de llamar a los bocatas de otra forma) ensaladas, cosas verdes, hamburguesas, principales, favoritos y postres. Sí, demasiadas "secciones" y no demasiado bien ordenadas ¿verdad? Tener que mirar los pinchos y las tapas en dos partes opuestas de la carta no tiene sentido, sobretodo cuando la gente suele ir para tapear a este tipo de sitios.
En todo caso, tras estudiar la carta concienzudamente y pedir a Alonso que dejara de meterle mano a Lorena, ya que nos estaba avergonzando, nuestra selección de platos fue la siguiente: dos salmorejos, una ensalada de tomate con bonito y una ensaladilla para comenzar.
Poniéndonos moraos en el Morao.Poniéndonos moraos en el Morao.Poniéndonos moraos en el Morao.
De los tres, lo más flojo fue la ensalada de tomate. Vale, sí, estaban peladitos y eran buenos, pero si pones una ensalada de este tipo, el tomate tiene que ser espectacular. No dejaba de ser un buen tomate de ensalada y con eso a mí me suele valer para convencerme, ya que si fan del tomate absoluto, del que se come y del de la prensa rosa. Recomiendo claramente el salmorejo, que tenía la textura y el sabor perfectos. La ensaladilla estaba bastante buena, pero era una ensaladilla de toda la vida.
Seguimos con un pincho Morao, que me tomé sin dejar que nadie más lo probara, pollo crujiente a la barbacoa, unos calamares "de cine" y unas albóndigas.
Poniéndonos moraos en el Morao.Poniéndonos moraos en el Morao.
Poniéndonos moraos en el Morao.Poniéndonos moraos en el Morao.
El pincho estaba muy bueno, con la carne en su punto perfecto, poco hecha y jugosa. Eso sí, ¿por qué se empeñan en ponerle cesped por encima a este tipo de platos? ¿Qué intentan demostrar? Un trozo de carne jugoso y sangriento, recubierto de queso y sobrasada nunca va a ser comida saludable, por mucho que lo recubran de un montón de cosas verdes e insípidas. El pollo crujiente, gracias a los cielos, no contenía ningún aderezo vegetal y ni falta que le hacía: estaba bastante rico y la salsa barbacoa estaba bien lograda. Las albóndigas estaban buenas, pero no eran nada del otro mundo. Lo que sí que merecían la pena eran los calamares de cine, cortados en forma de raba, con dos salsitas deliciosas de acompañamiento, especialmente la brava, que tenía un sabor muy intenso.
Como viene siendo habitual en mis reseñas, los postres decepcionaron un poco. No es que estén malos, nosotros hemos probado en nuestras visitas casi todos, pero tampoco son nada del otro jueves como para aumentar el precio por cubierto en 5 € por persona aproximadamente.
En definitiva, un buen sitio para tapear o para comer entre semana (tiene un menu muy bueno a diario por 10,9€). El local de Velázquez es más pequeño, pero en el de Castellana 95 puedes celebrar comidas con mucha gente, lo cual es un punto a favor y tiene un parque alrededor, perfecto para llevar niños. En cuanto al precio, a nosotros nos costó unos 18€ por cabeza, lo cual no está mal, teniendo en cuenta que pedimos bastante y quedamos relativamente saciados.

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