Revista Psicología

¿Por qué acudimos a los adivinos?

Por Somospsico

¿Por qué acudimos a los adivinos?

Hoy quisiéramos hablar un poco acerca de un tema que, aunque parezca afectar tan sólo a unas cuantas personas, es bastante más común de lo que pensamos. Nos referimos al caso de los adivinos.

Mucha gente cuando tiene un problema o experimenta la irresistible necesidad de conocer qué le deparará el futuro, decide ponerse en contacto con estos supuestos videntes que, a través de distintos métodos (cartas, ceniza, agua…) afirman ser capaces de saber qué podemos esperar de nuestro destino según qué área.

El caso es que la gran mayoría de ellos son personas con unas grandes cualidades manipuladoras, consiguiendo “enganchar” al cliente y haciendo que le pregunte más y más cosas o que acuda de nuevo a su consulta.

En cierto modo, es comprensible que ante determinados acontecimientos o circunstancias personales de nuestra vida estemos interesados en saber qué va a ocurrir. Es posible que llevemos unos años sin encontrar el amor o sin conseguir un puesto de trabajo, y dada nuestra desesperación decidamos recurrir a esas personas que aparentemente son capaces de darnos un poco de luz. Y no sólo eso, sino que en muchos casos la soledad actúa como desencadenante para que ciertas personas pasen horas al teléfono con estos adivinos, ya no sólo buscando un guía sino un poco de calor humano.

Pues bien, el caso es que, tal y como decíamos más arriba, estos videntes presentan unas aptitudes verdaderamente dignas de admiración, pues logran su propósito de mantener a la persona pendiente de su palabra durante mucho tiempo. ¿Cómo lo hacen?

Aparte de sus dotes en la palabra, lo cual hace de ellos unos geniales oradores, emplean en su discurso una técnica que ha sido estudiada en Psicología Social y que ha sido bautizada con el nombre de efecto Barnum. Según este efecto, aquellas descripciones realizadas acerca de nuestra personalidad y que se hacen de una manera muy vaga y difusa y que además son compartidas por la gran mayoría de nosotros, llegan a ser aceptadas como propias. De esta forma, comenzamos a darle cada vez más validez a la información que nos proporciona el vidente, pues parece acertar en todo lo que nos dice. Veamos un breve ejemplo. Aplícalo a ti mismo y verás que estás más de acuerdo de lo normal:

"Tienes la necesidad de que otras personas te quieran y admiren, y sin embargo eres crítico contigo mismo. Aunque tienes algunas debilidades en tu personalidad, generalmente eres capaz de compensarlas. Tienes una considerable capacidad sin usar que no has aprovechado. Disciplinado y controlado hacia afuera, tiendes a ser preocupado e inseguro por dentro. A veces tienes serias dudas sobre si has obrado bien o tomado las decisiones correctas. Prefieres una cierta cantidad de cambios y variedad y te sientes defraudado cuando te ves rodeado de restricciones y limitaciones. También estás orgulloso de ser un pensador independiente; y de no aceptar las afirmaciones de los otros sin pruebas suficientes. Pero encuentras poco sabio el ser muy franco en revelarte a los otros. A veces eres extrovertido, afable, y sociable, mientras que otras veces eres introvertido, precavido y reservado. Algunas de tus aspiraciones tienden a ser poco realistas"

Como vemos, si alguien “vulnerable” recibe una descripción sobre su persona tan detallada y correcta como aparenta el párrafo anterior, es muy probable que piense que se está refiriendo únicamente a ella misma y que el adivino ha acertado por completo. Es el caso de los horóscopos, que parecen no fallar nunca al referirse a nuestras cualidades o a lo que ocurrirá.

Por eso es importante estar al tanto de estos asuntos, pues resulta bastante sencillo caer en las trampas que estas personas nos ponen, y más aún si nos encontramos en una situación difícil que no parece tener salida.

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foto|Salvatore Vuono


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