¿Por qué criticamos?

La gente está fatal, desde luego el mundo va de mal en peor...No entiendo cómo pueden hacer esas cosas...Qué poca vergüenza tiene, ni respeta a los demás ni le importa lo más mínimo... ¿Te suenan estos comentarios? ¿Te recuerdas a ti mismo haciéndolos?

La crítica es bastante más frecuente de lo que pensamos. En muchas ocasiones desplegamos este tipo de frases al ver las noticias en televisión, casi como una forma de reforzar nuestra idea de "qué bien estoy yo, comparado con lo que hay por ahí". Lo realmente interesante, psicológicamente hablando, es que aún sabiendo que las noticias que vemos son prácticamente todas de tipo negativo, elegimos una y otra vez volver a verlas.

Quizá una explicación para este fenómeno sea precisamente el que apuntábamos más arriba, y es que al ver estas cosas nos consolamos, creyendo que nosotros somos "santos" en comparación con los demás. Pero esto no ocurre sólo con la televisión. En nuestras propias relaciones personales, aprovechamos la más mínima para criticar o reprochar comportamientos de los demás, incidiendo en las cosas que hacen y en lo mal que nos parecen.

El problema de todo esto se encuentra en lo difícil que nos resulta muchas veces el observarnos a nosotros mismos y el darnos cuenta de que, muy posiblemente las cosas que criticamos también las hemos cometido nosotros en el pasado (o algo parecido) o incluso las cometeremos en el futuro.

Lo verdaderamente curioso es que el hecho de cuestionar o criticar a alguien, de enfadarnos con él o de reprocharle, nos resulta placentero durante los primeros instantes. Es como si nuestro ego se alimentase de este tipo de circunstancias, tratando de convencerse una y otra vez y a través de distintas personas de que "yo soy mejor que tú". Y sin embargo, el resto del tiempo, que es casi todo, nos sentimos mal. Se nos acelera el corazón, se eleva nuestra temperatura corporal, se segrega la hormona del estrés y podemos llegar a sufrir incluso dolores de cabeza.

Pero entonces... ¿por qué lo hacemos?

Yo os invito a que la próxima vez que os veáis criticando, prestéis atención a tres cosas: primero a vuestras reacciones corporales mientras lo hacéis, segundo al tema del reproche y su posible relación con vosotros mismos, y tercero si el objetivo final de la crítica es útil y creativo o por el contrario destructivo.

¿Tendrá algo que ver con todo esto lo que ya apuntaba Sigmund Freud hace décadas acerca del Eros y el Thanatos?

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