La cebolla es uno de los tótems de la gastronomía mundial. No suele faltar en las despensas de las casa de muchos países. Se puede comer de muchas maneras: cruda, frita, asada… Hoy os proponemos que probéis la cebolla deshidratada, elaborándola vosotros mismos en vuestras cocinas.
¿Por qué?, os preguntaréis. La cebolla deshidratada os puede ayudar a
potenciar el sabor en muchos platos, ya que adquiere unos aromas distintos a los habituales del ingrediente fresco, y es ideal para salsas, sopas o para aromatizar aceites. Otra razón que os damos para convenceros es que hará que se
conserve durante más tiempo y ocupará menos espacio en vuestras estanterias. Por último, como estará cortada,
puede ser muy útil cuando tengáis prisa y no tengáis tiempo de cocinar.
Se pueden deshidratar todo tipo de cebollas. Necesitaréis cortarlas en trocitos cuadrados. Ojo, que no sean demasiado pequeños porque al deshidratarse perderán tamaño. Para hacerlo se pueden usar
dos técnicas distintas o bien
el secado al sol o en un
aparato eléctrico como un horno o un deshidratador. La primera técnica es la más tradicional y es más sencilla de hacer en meses cálidos. La segunda es atemporal y necesita que vuestro
horno caliente a una temperatura muy baja (40 ó 45 grados), así que seguramente si optáis por esta segunda técnica necesitaréis un
deshidratador.