Seguramente les ha pasado que hay días que tenemos un hambre descomunal y no entendemos por qué. Podemos comer y comer y comer y seguir comiendo pero seguimos con hambre.
Estas pueden ser algunas de estas razones, ¿te identificas?
1. Desayunaste muy poquito o no lo adecuado.
Si para desayunar te comiste unos hot cakes con miel y fruta entonces puedes esperar tener hambre en un par de horas de nuevo. Esto es porque cuando comemos algo con azúcar, nuestra glucosa en sangre sube. Entre máz azúcar comemos, más sube la glucosa en la sangre. Nuestro cuerpo entonces produce insulina para bajar la glucosa. Entre más arriba teníamos la glucosa, más fuerte va a ser el bajón. Justo cuando llegamos a ese bajón, es cuando empezamos con hambre otra vez.
2. Cenaste mucho la noche anterior.
Esta reacción es muy curiosa, seguramente les ha pasado que comen y comen y comen y aunque saben que ya están llenos, tienen que seguir comiendo. Esto tiene 2 variables, cuando comemos alimentos que suben nuestra glucosa en sangre (igual que arriba), la glucosa tiene preferencia en la sangre entonces los aminoácidos que van pasando se detienen. El único que sigue avanzando es el triptófano. El triptófano solo y sin compañía llega al cerebro, donde produce serotonina. La serotonina nos hace sentirnos bien, ergo entre más comemos, nos sentimos mejor.
La otra variable es cuando también comemos proteínas, que están formadas por aminoácidos. Todos estos aminoácidos se detienen para que pase la glucosa por la sangre. La cantidad es tanta que no distinguen al triptófano así que también se detiene. La respuesta del cuerpo es necesitar ese triptófano para producir serotonina por lo que hay que seguir comiendo y comiendo y comiendo en espera de ese sentimiento de bienestar. Aquí es cuando ya de plano nos sentimos que reventamos pero seguimos comiendo.
Ambas variables hacen que al día siguiente queramos seguir comiendo todavía más, en lugar de estar completamente satisfechos y no querer ni ver la comida.
3. Dormiste muy poco o mal.
Cuando nos desvelamos mucho o no logramos estar en ondas cerebrales delta al dormir (que son las de descanso profundo), nuestro cuerpo produce más ghrelina de lo normal. La ghrelina es una hormona que induce el hambre. Además, claro, que nuestro cuerpo está cansado y necesita energía extra, energía que piensa agarrar de los alimentos.
4. Tienes sed.
Ya sé que parece que tienes hambre, ya sé que crees que tienes que seguir comiendo. Pero hazme caso y toma agua, toma al menos 1 litro de agua natural al día. Vas a ver cómo va pasando.
5. Comes muchos alimentos light.
Hay una teoría que dice que los alimentos con edulcorantes artificiales (aspartame, sucralosa, acesulfame k, etc.) mandan una señal al cerebro de que estamos consumiendo calorías y azúcares. Por más que el cuerpo trata de encontrar esos azúcares, no lo logra. Su respuesta es seguirlos pidiendo.
6. Estás aburrido.
Entiendo que estar en tu casa sin nada que hacer te hace pararte a la cocina cada 15 minutos. En realidad no es hambre, mejor sal a la calle aunque sea a dar una vuelta a la manzana, ve por un café y siéntate a leer en otro lado que no sea tu casa, ve al cine, haz lo que tengas que hacer para entretenerte pero en realidad no tienes hambre.
7. Estás estresado.
Cuando estamos en estrés producimos una hormona que se llama cortisol. El cortisol es una hormona de alerta y es muy saludable producirla en pequeñas cantidades. Cuando la producimos crónicamente y varias veces durante el día, nuestro estrés es crónico. Lo que le pasa a nuestro cuerpo es que está en modo de supervivencia, alerta total. Es como si al cavernícola lo estuviera persiguiendo un tigre por siempre. Cuando nos deja de perseguir, buscamos algo azucaroso para compensar. ¿Por qué a qué persona estresada se le antoja una ensalada o un filete?
8. Si eres mujer y estás en tu periodo menstrual.
La buena noticia es que hay estudios que sugieren que sí necesitamos más calorías durante estos días por lo que come bien y saludable para que sepas cuando realmente ya estás satisfecha.