A lo largo de diferentes artículos hemos señalado no sólo las oportunidades existentes en materia de sostenibilidad social y ambiental para la agricultura intensiva bajo plástico en Almería, sino que también hemos analizado la situación actual y cómo se han abordado desde este sector hasta la fecha aspectos como la Huella de Carbono, las prácticas de sostenibilidad y responsabilidad social o la comunicación en estas materias.
Podría ser que estuviéramos exigiendo a la agricultura bajo plástico de Almería cuestiones que otras zonas agrícolas tampoco han abordado hasta la fecha, pero sin embargo no es así, y ya contamos con numerosos ejemplos de zonas y cultivos agrícolas que ya se han puesto manos a la obra en materia de sostenibilidad, por lo que se puede afirmar que en este caso, el modelo agrícola almeriense no está a la vanguardia.
No pasaría nada si no fuera porque, en los tiempos que corren, los consumidores y el mercado son cada vez más sensibles a los aspectos sociales y ambientales y fraguar una reputación y una marca en torno a valores de sostenibilidad no es algo que se logre de la noche a la mañana, por lo que cada temporada que se deja pasar, supone acercarse al momento en el que lo que ahora es una ventaja se convierta en una obligación, y será entonces cuando vengan las prisas y las improvisaciones.
Huella de Carbono y sostenibilidad en la industria agroalimentaria: ejemplos
Si además de hablar ya de Alimentos Kilométricos para denunciar las tremendas distancias que recorren algunos de ellos con el consiguiente impacto ambiental, encontramos cada vez con más frecuencia artículos referidos a estos efectos sociales y ambientales, como la semana pasada en eldiario.es y a esto le sumamos el hecho de que países como Francia ya estén desarrollando una fiscalidad que incorpore los costes ambientales de las actividades de transporte (un impuesto a la huella de carbono podría denominarse) se ve claramente que ya no sólo hay atención a este problema desde la sociedad, sino que poco a poco van a ir surgiendo medidas concretas para abordarlo, y el que antes tome posición, en mejor situación de mercado para competir se verá.
Pero llegando al caso concreto de la industria agrícola, encontrar el ejemplo de la región de Murcia, donde en 2008 se puso en marcha la iniciativa Less CO2 para lograr una producción agrícola neutra en carbono, buscando incluso el etiquetado de explotaciones y productos agrícolas como sumideros de CO2, ya muestra un claro avance en la preocupación del sector por su sostenibilidad ambiental.
Aunque se quería ir un paso más allá y mostrar que lejos de tener una Huella de Carbono positiva, los cultivos agrícolas logran generar más carbono del que emiten en su ciclo de vida, por lo que actúan como sumideros de CO2, así que además, sirven para fijar las emisiones generadas por otras actividades.
De la misma forma, encontramos proyectos impulsados por la Unión de Pequeños Agricultores denominado UPa Huella y que buscaba conocer la huella de carbono generada por diferentes tipos de cultivos.
Y más recientemente, y abarcando de una forma mucho más amplia la industria agroalimentaria, el ProyectoCO2me, donde destaca el hecho de buscar no ya analizar situaciones reales, sino identificar factores que están haciendo que este tipo de prácticas vinculadas a la sostenibilidad no acaben de tener el éxito pretendido, para así poder abordar los elementos necesarios para superarlas.
Sostenibilidad en la industria agroalimentaria ¿es ya una demanda?
Tras haber superado los retos que imponían la seguridad de los productos agroalimentarios y alcanzar unos niveles óptimos de calidad, crece el interés por su sostenibilidad.
A pesar de que la pelota no acaba de dejar de moverse entre oferta y demanda: de manera que la oferta no acaba de encontrar que exista una demanda clara y concreta y a su vez el mercado va elevando muy poco a poco sus exigencias en materia de sostenibilidad, con la crisis económica como coartada para no hacerlo de una forma valiente y decidida.
Ya señalamos hace unas semanas, cuando abordábamos esa afirmación de que Almería cuenta con el modelo agrícola más sostenible del mundo, las limitaciones existentes para afirmarlo por la falta de referencias sobre las que compararlo. Y entre dichas referencias están proyectos o estudios como los anteriormente señalados o estadísticas sobre aplicación de modelos de gestión de la sostenibilidad, que también son anecdóticas o información relativa al cumplimiento de las demandas de mercados concretos, clientes o grupos de interés.
Por tanto la tendencia general en favor de exigir mayor sensibilidad ambiental y social hace que dichas exigencias se trasladen también a la actividad agrícola, pero por el momento no se asume la sostenibilidad del modelo actual como un reto que hay que abordar, por lo que a día de hoy es una de las grandes vulnerabilidades del mismo. Y dentro de esta:
- abordar con el mismo nivel de importancia aspectos sociales y ambientales dentro del modelo de sostenibilidad de la industria agrícola almeriense.
- y cambiar la perspectiva económica, asumiendo que lejos de ser una carga, permite lograr beneficios aún no cuantificados pero que deben empezar a formar parte de los balances y que aceptar que aplicar criterios de sostenibilidad supone mayores costes, es aceptar que no se va a hacer correctamente.
Son posiblemente los dos principales escollos a superar.
Sostenibilidad en la industria agroalimentaria de Almería ¿qué impacto tendría?
Lograr que uno de los motores económicos de una provincia (Almería) y por extensión de una comunidad autónoma (Andalucía) apueste por la sostenibilidad (en su triple vertiente social, económica y ambiental) como valor y seña de identidad y logre llevarlo a la práctica, sin duda supondría un importante hito en la transición hacia un modelo económico menos impactante (más cercano a la Economía Verde) de estos territorios.
Con los datos en la mano, no es que los objetivos de reducción de la Huella de Carbono en Almería o Andalucía dependan de los logros del sector agrícola, pero sin duda contribuyen de una forma importante, sobre todo a generar ejemplos y marcar una senda de trabajo, máxime conociendo el grado general de compromiso de las empresas en materia de responsabilidad social y sostenibilidad.
Por tanto puede ser más el impacto en materia de sensibilización y de comunicación que en indicadores de desempeño social y ambiental propiamente dichos, pero sin duda, supondría un impacto muy positivo.
Puestos al día tanto en lo que a ejemplos de otras regiones donde se ha abordado la sostenibilidad social y ambiental (o algunos de sus aspectos más importantes) de la industria agroalimentaria, la demanda existente y los potenciales resultados que cabría lograr, parece claro que la industria agrícola de Almería tiene ante sí un importante reto que tarde o temprano comenzará a abordar. ¿Recetas para hacerlo? Como sabréis los habituales, pocas más allá de compromisos claros y transparencia en torno a las acciones a realizar. Aunque de herramientas y posibles hojas de ruta hablaremos en nuevos artículos.
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