A los mandos se encuentra el protegido de Raimi, Fede Álvarez, uruguayo que encandiló al director anglosajón con su corto Ataque de pánico! -para el cual Raimi inyectará 30 millones de dólares en su paso al largo- y que llena la pantalla de los consabidos y pertinentes clichés: cabaña cochambrosa alejada de la mano de Dios, grupo de jóvenes, chicas guapas, decisiones estúpidas e ininteligibles y golpes de efecto tan recurrentes como la recalcitrante música.
Esto no es desvelar nada nuevo, sin embargo, la labor de Álvarez, enorme a la hora de manejar el tempo y estirar la tensión, se antoja crucial para otorgar al espectador una cinta consciente de su lugar y sus virtudes: un remake que no se limita a mal plagiar al original, sino que lo toma como base para su propia historia.
La fotografía, el maquillaje y ese estupendo clímax hacen de esta cinta un entretenimiento de los que te clavan a la butaca con una estaca, aunque no se sea amante del género, aunque se le vean todas las costuras, aunque haya auténticos momentos de “pero-qué-es-esto”.Álvarez, Raimi y Diablo Cody -otra de las guionistas- consiguen armar un film que apasionará a los amantes de la casquería y los nostálgicos de la original, un disfrute culpable que acercará a muchos al primer cine del director de Michigan, el más gamberro y también el más genuino.