

He podido leer que el origen de la susodicha expresión se remonta al siglo XVI. Dado que el alto precio de la merluza en aquella época, el bacalao empezó a popularizarse en los hogares españoles debido a su bajo coste. Poder conservarlo en salazón hacía que se pudiese conservar en perfecto estado durante largo tiempo y permitía que se transportara por todo el mundo sin miedo a que se echara a perder.
Tradicionalmente es uno de los productos estrellas de la Cuaresma, éste periodo dominado gastronómicamente por la austeridad y la abstinencia en el Catolicismo, en los que durante siete semanas, el espíritu se prepara para revivir la muerte de Cristo y, por eso, también hay que purificar el cuerpo. De ahí viene la antigua costumbre de guardar ayuno, que significa comer poco, con prohibición de carne y huevos.
Pero ¿por qué el plato estrella de la Cuaresma es el bacalao y no ningún otro pescado? Porque antiguamente, si se vivía lejos del mar, era muy complicado de mantener el pescado fresco y en condiciones óptimas. Por eso, el bacalao, que viene del mar del Norte y que se conserva en salazón, ha sido tradicionalmente uno de los pescados más seguros de consumir. Eso lo ha convertido en un producto muy arraigado en nuestra cocina y, gracias a la Cuaresma,
Hoy, vuelvo a compartir ésta receta de garbanzos con bacalao, aunque he de reconocer que procuro por todos los medios no seguir las pautas gastronómicas que nos imponen ciertas fechas, es por ello que huyo de poner ciertas recetas en fechas determinadas.

Pero como en ésta cocina virtual, en definitiva “soy la que corta el bacalao”

Esta nueva receta aunque parecida tiene un “toque” especial que me enseñó mi suegra, animo a consumirlo y degustarlo cualquier día del año y a hacerlo por placer, no sólo por costumbre y tradición de éstas fechas pasadas de Semana Santa .
Este plato en nuestro país, debe su origen a un precepto, tal y como indiqué anteriormente, el de la abstinencia de comer carne durante la Cuaresma, en especial los viernes (aunque si mal no recuerdo podía hacer excepciones por diferentes motivos), en los que se sustituye la carne por el bacalao seco, sobre todo en las provincias de interior donde era difícil encontrar otro tipo de pescado que no fuera en salazón.
Tengo entendido que nos llegó el bacalao salado a través de los portugueses, quienes lo extendieron por España, posiblemente en el medievo.
Así pués, éste potaje de vigilia o cuaresmal, llegaría hasta las costas malagueñas, rica en pescados frescos de la bahía, seguramente con la Reconquista; no hay que olvidar que toda Andalucia fue "repoblada" por castellanos y leoneses, siendo así probablemente como se extendió el consumo del bacalao en salazón; aunque de origen incierto, éste tipo de potajes supongo que se consumiría todo el año, ya que era una comida de origen humilde y lógicamente el bacalao era de fácil de conservar pudiendo comer pescados los habitantes de aquellas zonas donde no había costa.
Fuese como fuese, hoy en día es un plato tradicional, tan andaluz como cualquier otro y tan exquisito que merece la pena probarlo, tanto con la receta de mi madre como con la que me enseñó mi suegra, con hierbabuena que le da un “toque” de personalidad muy malagueña.

INGREDIENTES:
300 grms. de garbanzos secos ( uso garbanzas), 200 grms. de bacalao, un tomate maduro, un pimiento verde (tipo italiano), media cebolla blanca dulce, una cabeza de ajo, una patata mediana, un vaso mediano de aceite de oliva virgen extra, azafrán molido, sal, una rama de hierbabuena atada con hilo de cocinar.
LOS PASOS A SEGUIR:
La noche anterior poner los garbanzos con el bacalao en remojo en agua, de forma que queden cubiertos totalmente.
A la hora de cocinar, escurrirlos y enjuagarlos bien, tanto los garbanzos como el bacalao, bajo el grifo. Pelar la patata y asar al fuego la cabeza de ajo.
Poner a fuego fuerte una olla con unos dos litros de agua, incorporar el tomate abierto por la mitad, el pimiento verde igualmente cortado por el centro (retirándole las semillas), la media cebolla y los garbanzos. Llevar a ebullición y quitar la espuma con un cucharón.
Echar el azafrán molido, el aceite de oliva virgen extra y la rama de hierbabuena dejando cocer a fuego medio, aproximadamente una hora, hasta comprobar que los garbanzos están casi tiernos. Añadir a media cocción la patata cortada en cascos.
Sacar el tomate, la cebolla, el pimiento y la patata y echarla en el vaso de la batidora. A potencia máxima, pasar todos los ingredientes y colando la crema, agregar nuevamente a la cacerola.
Retirar la hierbabuena y echar el bacalao en trozos pequeños (sin piel y procurando que no tengan espinas), dejándolo hervir hasta que los garbanzos estén totalmente tiernos. Probar y rectificar de sal.
Retirar del fuego y dejar reposar.
A la hora de servir, adornar con hierbabuena fresca.

Nota.- Los orígenes de la familia paterna de mi marido están concretamente en la provincia de Segovia, de hecho tiene su árbol genealógico completo y documentado hasta mediados del siglo XV (año 1.500).