Hace 30 años François Truffaut obsequiaba al mundo entero con "El último metro", una indiscutible obra maestra de un indiscutible maestro que nos llegaba al alma con un sentido, entrañable, y ante todo, excepcional homenaje al teatro. Un ejercicio de estilo irónico y contundente de un cineasta que llegaba a la cima de su talento. Un talento puesto a disposición de dos rostros, dos actores, cuya carisma y contundente presencia provocaba que una gran película se revelara en obra maestra. Eran Gerard Depardieu y Catherine Deneuve. Dos iconos del cine francés que ahora, otro François, en este caso Ozon, vuelve a reunir para su último film. Es "Potiche," una adaptación de un texto escrito por Pierre Barillet y Jean-Pierre Grédy que hoy mismo llega a nuestras salas de la mano de Alta Films.
Tras estimulantes rarezas como "Ricky," el polémico y controvertido cineasta prosiguió la senda del riesgo presentando una hilarante y caricaturesca comedia en Venecia, un género tradicionalmente marginado en los principales festivales aunque esta vez tenía un gancho, ¿que gancho?, nada más y nada menos que Catherine Deneuve. Una diva en plan antidiva (su peculiar chándal lo dice todo) que logró levantar los aplausos generalizados de la crítica. Un auténtico logro (ya era hora) tratándose de un film de Ozon. Ver para creer.
"Potiche" está ambientado en una familia burguesa provinciana, a finales de los años 70. Suzanne (Catherine Deneuve) es la esposa sumisa del rico industrial Robert Pujol (Fabrice Luchini) que dirige su fábrica de paraguas severamente y resulta tan desagradable y déspota con sus obreros como con su amante (Karine Viard), sus hijos (Jérémie Renier y Judith Godrèche) y su mujer que él considera como un adorno. Tras una huelga y el secuestro de Robert, Suzanne se encuentra a la dirección de la fábrica, en el lugar de su esposo, no reconocida por el personal. Afligido y desmejorado, Robert sale de viaje para descansar y Suzanne se muestra, a la sorpresa general, una mujer cerebral y de acción. Contando con el apoyo de un diputado comunista, su antiguo amante, Maurice Babin (Gérard Depardieu), pone fin a la huelga, vuelve a hacer funcionar la fábrica y mejora las condiciones de trabajo de los obreros, pero cuando Robert vuelve de su viaje gozando de buena salud, todo se complica...
Con grandes expectativas esperamos pues al último Ozon, un realizador cuya principal arma es su lucha ante la indiferencia. Odiado y estimado a partes iguales, su particular y personal universo cineamtográfico revela un realizador que destaca sobre todo por su ingenio. Un ingenio puesto al servicio, por ejemplo, de una extravagante comedia planteada con muy 'mala baba' como es "Ricky o el sobrecogedor 'irreversible romántico' "5 x 2". Hoy, toca "Potiche."