Hacía mucho tiempo que no leía una novela de fantasía épica. Últimamente, siempre me había decantado por otro tipo de literatura, pero al caer en mis manos La espada rota tuve la oportunidad de volver a sumergirme en un nuevo mundo imaginario, fantástico y mitológico. Reeditada por Alianza Editorial en su colección de literatura fantástica, Runas, La espada rota ha recuperado la fama que debería haber tenido en 1954, año de su primera edición. La publicación de La Comunidad del Anillo, el mismo año, ensombreció su éxito. Mi reseña, en La Espada en la Tinta:
Cuando los dioses paganos aún decidían el destino de los mortales, una nueva religión empezaba a expandirse por el mundo: el cristianismo. Una nueva fe que, por su carácter monoteísta, se oponía firmemente a los antiguos ceremoniales de fertilidad, a los sacrificios rituales o a las festividades celebradas en honor a los dioses; cultos que intentó erradicar para promover y establecer su propia liturgia, basada en la llegada de un Salvador que, por medio de su sacrificio, redimiría a los cristianos del pecado original. Durante una época, coexistieron ambas creencias: el paganismo resistía con fuerza todo aquello que los padres de la Iglesia imponían con ansia y decisión; pero tan sólo fue cuestión de tiempo su temible caída: el cristianismo, adaptando los rituales paganos a su nueva manera de entender el universo, acabó triunfando e imponiéndose en un mundo fragmentado y lleno de cambios.
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