Lo siento, pero unas enormes interpretaciones no salvan una película. Hay que reconocer que todo el reparto, sin excepción, brinda un trabajo actoral espectacular (incluyendo las dos estrellas de la música que realizan sendos cameos) principalmente la protagonista, Gabourey Sidibe, y, en el papel de su madre, Mo'Nique, con una secuencia final que pone los pelos de punta.
Pero precisamente por contar con unas actrices tan impresionantes tiene más delito arruinarlo todo con esa dirección sin sentido hasta el punto de que la cámara bajaba hasta las manos de la actriz sin ninguna razón y ese montaje arrítmico que impide estar dentro de la historia por más de veinte minutos. Alumnos de montaje de cine: vean Precious para aprender cómo no montar una película.
FRANK