El principio de exclusión de Pauli es uno de esos aspectos de la mecánica cuántica que resulta profundamente anti-intuitivo y, a la vez, es muy fácil de derivar a partir del formalismo de sus ecuaciones, y tiene una enorme capacidad predictiva. De hecho, es el que permite la formación de todas las estructuras complejas a las que da lugar el juego matemático de la materia y la energía, al dar lugar a las posibilidades de la organización química a través de la constitución de las diveras capas electrónicas de los átomos. De hecho, en comparación con los otros dos "grandes" creadores de la visión cuántica de la realidad en los años 20, Schrödinger y Heisenberg, Pauli es el que me cae más simpático (que no el que más envidio), con su contribución tan preñada de contenido empírico, menos atrayente para los dados a filosofar que las de los otros dos, pero posiblemente más valiosa desde el punto de vista del conocimiento detallado de la realidad. Podéis verlo en las fotos, con su cara de tímido, en una de ellas caracterizado como Peter Lorre.
Me ha recordado el asunto la entrada de ayer del observatorio astronómico, que me ha hecho pensar también en una aparente (?) paradoja, que tiene que ver con los agujeros negros. A saber: el principio de exclusión prohibe que dos fermiones (quarks, electrones...) ocupen simultáneamente la misma posición; pero supuestamente, la relatividad general predice que la materia, en ciertas condiciones, ejercerá una atracción gravitatoria tan intensa que toda ella se concentrará en un punto geométrico (una "singularidad"). Mi pregunta es, ¿no son ambas cosas incompatibles? Y si lo son, ¿cuál habría que rechazar más razonablemente?.
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