Preparaos

La virgen. Estoy hasta las gónadas de oir que nuestro soberano Felipe VI es un tipo super peparao. Mucho más que el veterano, campechano y emérito Juan Carlos, su padre. Ande vas a parar. Ahora pienso que Felipe envidiará a esta caterva de Políticos Populares con hemorragia crónica de títulos. A granel. De Jarvar, Yorstaun con epicentro en Aravaca Street, que es donde realmente se cursaban los titulazos en cuatro días del ala.

Según eldiario.es, toda la honoris papelada de Pablo Casado, otro que tal baila, no dejan de ser cursillos de pocos días, máximo diez, con un montante de 200 horas lectivas en diez años, 20 horas al año. Si añadimos que le salieron gratis total, tarifa que se aplica por la jeta a esta patulea que luego habla de mamandurrias con una frivolidad pasmosa, y que tampoco tuvo que aprobar examen alguno para obtenerlos, me sale el refrán ‘dime de lo que presumes y te diré de lo que careces’. Este portento presume a los cuatro vientos de que siendo un veinteañero ya era ‘diputao’, presidente de las Nuevas (de)Generaciones y tenía cuatro posgraos –quito la ‘d’ porque parecen devaluaos– dos aquí y dos en Iunaited Esteits, que no fue tal. “Un gran esfuerzo, en tiempo y en dinero”, dice. Caca de Aravaca. De beca a beca y hasta el más allá. Todo el esfuerzo consistió en asistir a clase, único requisito para obtener el título, y el pago en diferido, ‘como no podría ser de otra manera’. No se acuerda de lo que pagó en cada uno de los cursillos que degeneraron en ‘posgraos’ y no recuerda los días de duración de ninguno. Hizo un Máster en Amnesia.

Cuesta creer que gente tan superdotada no recuerde nada cuando le preguntan el coste del curso o la duración del mismo. Pero tienen habilidades de sobra para enfrentarse a la prensa. Rostro de piedra, seña de identidad de la casa. Por ejemplo, hace creer que tiene un ‘CLS’, Certificate Legislative Studies (Harvard), duro curso PRESENCIAL de 18 meses, cuando lo que obtuvo fue un humilde Congressional Operations Seminar, seminario de cuatro días. Eso sí, asistiendo a clases para conseguir el certificado. Duro, mucho esfuerzo. Así diploma a diploma.

Nuestros jóvenes tienen que dejar el trabajo precario para poder asistir al curso, dedicar tiempo al estudio y sablear con dolor a madres y padres, los que pueden, para conseguir el ansiado grado, posgrado, título o máster. Pero es imposible luchar con gente con super poderes, incluido el don de la ubicuidad. Nuestros jóvenes saben de cada euro entregado, de cada hora estudiada, no hay amnesia que valga. Saben, ellos sí, que el sacrificio y el esfuerzo existen, lo conocen, lo sufren y se enorgullecen de eso, no lo pregonan en congresos, tertulias y telediarios como un populismo barato de ignorantes presumidos de títulos vacuos, sacados entre pelotazo y pelotazo, entre Gürtel y Púnica. Saben que forman parte de la legión de pringaos que sustenta a esa plaga de rémoras que nos chupan la sangre y nos mienten sin descanso. El nuevo eslogan del PP: ‘mentira no, lo cifuente’. Y lo que queda.

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