Me equivoqué en el apresurado comentario de anoche. No mereció mucho Ñuls, dio la sensación de ser más que Boca por la ubicación en la cancha, pero en realidad, la cosa fue muy pareja. Vamos a ver el primer tiempo.
La primera jugada mostró las intenciones de Boca. El equipo de Bianchi, conociendo las dificultades que tiene para ejercer una posesión fluida, esperaba jugar un partido con poco control de pelota, entonces tenía que aprovechar cada una como si fuese la última, y así lo intentó en la jugada inicial que no prosperó.
Ñuls, curado de espanto de la presión bostera en el primer partido, ubicó al equipo como si estuviese perdiendo uno a cero y faltaran cinco minutos. La defensa bien abierta y separada del mediocampo, un volante central (Mateo) cerquita de los centrales para descargar en momentos complicados, y un mediocampo muy adelantado, para llevar la presión rival lo más lejos posible del arco propio, con el lema: Si nos van a obligar a tirar pelotazos, que la mayoría de nuestros jugadores estén cerca de donde va a caer la pelota.
Un mediocampo adelantado de toque rápido y a lo ancho para evitar la presión del equipo de Arrigo Bianchi, en detrimento de la elaboración y de la profundidad, intentó circular la pelota y apretar la salida de Boca cuando era necesario.
Bernardi distribuyó hacia los costados con notable justeza, y tanto Maxi como Pérez, Scocco, y compañía, mostraron la sincronización de movimientos necesaria para estar siempre donde la jugada lo requiriera. Pelota que pasaba por los pies de Bernardi iban hacia las puntas, a Scocco o a Maxi, y desde ahí partía el juego ofensivo de Ñuls.
Boca tenía todo bastante controlado, Ñuls no prosperaba sino hasta 3/4 y tenía que terminar todo en centros, pero relució la dificultad habitual del equipo de Bianchi: Fue incapaz de sostener cada pelota que conquistaba, salvo cuando caía en el tibetano cerebro de Riquelme, y hubo aporte de Ervitti, escaso, pero la devolvió redonda dos veces. Ñuls se aprovechaba de esto y le bastaba con rodear al |10| para impedirle maniobrar.
Claro, la intención vale pero el pie manda, y Boca erró pases, demoró en controles, abusó del pelotazo a la nada misma. Solamente la genialidad de Riquelme es capaz de conseguir fútbol potable de los ladrillos que le caen, y por intermedio del |10| consiguió Boca el puchito de juego que apareciera en el primer tiempo.
Dificilmente pudiera modificarse en 45 minutos esta realidad que ostentosa se exhibía desde el mejor de los partidos de Boca en la copa (vs. Nacional en la Bombo), y que ahora se evidenciaba nuevamente, siendo únicamente ignorada por los analistas del fútbol argentino. ¿Habrá podido Boca mejorar la tenencia de la pelota en el segundo tiempo?. Desde ya te digo que no, pero mañana te lo muestro a esta misma hora en este mismo blog y con el infalible aporte de Rulito.
