Revista Psicología

Principios para hablar en público

Por Centro Psiconet

Mark Twain dijo una vez que solo hay dos tipos de oradores: los que dicen estar nerviosos y los que mienten.

Está claro que enfrentarnos a una audiencia (sea en un concierto, una sala o en una clase) siempre va de la mano de una cierta activación. Esta ansiedad indica algo positivo: que valoramos y respetamos lo que tenemos delante.

No siempre conseguimos mantener a raya los nervios y nos vemos sobrepasados por la situación, bloqueados y con mucho malestar. Dedicaremos los próximos posts a exponer premisas y trucos para ayudarnos a ser mejores oradores.

3 Principios para hablar en público:

  1. Saber qué se va a decir

Dijo Sócrates que todo el mundo es elocuente cuando habla de lo que sabe, y es que cuando se tienen cosas que decir la charla resulta amena.

¿Qué podemos hacer?

– Investigar, recopilar la máxima información posible sobre el tema a tratar. El antídoto más eficaz contra el nerviosismo es tener la sensación del trabajo bien hecho.

– Si es posible, comenzar a hablar sentados y después levantarnos. No al revés.

– Preparar un guión para ensayarlo es clave, pero es indispensable prestar especial dedicación a las primeras frases, ya que su buena utilización nos dará confianza para seguir.

  1. Serenidad y confianza

Como hemos dicho al principio, tener una cierta activación a la hora de hablar es totalmente normal e indica algo positivo, por lo que es un “enemigo” con el que no nos queda más remedio que reconciliarnos, aceptando que es una situación importante en la que es lógico que estemos algo nerviosos.

Que nosotros sepamos que tenemos ansiedad no tiene por qué significar que nuestra audiencia se esté dando cuenta. Nosotros somos conscientes de cada titubeo o mala gestión de la respiración, pero salvo excepciones muy evidentes, estos “errores” pasarán inadvertidos a los demás.

Aunque no conozcamos personalmente a todos los que van a escucharnos, normalmente sabemos qué tipo de audiencia son (alumnos, compañeros, profesionales, entendidos de la materia, neófitos…). Según la experiencia que tengan en la materia que vamos a explicar adaptaremos la forma en la que vamos a transmitirlo.

  1. Estructurar la exposición

Introducción:

Esta parte la dedicaremos a presentarnos y a resumir de qué va a tratar nuestro tema, cómo lo hemos organizado, el tiempo aproximado, etc. Esta fase de calentamiento es clave para captar la atención de nuestros oyentes. Recurrir al humor (si procede) o presentarnos en un tono más distendido ayuda a calmarnos y a crear un ambiente más agradable.

Desarrollo:

Recurrir a instrumentos de apoyo como presentaciones interactivas nos ayuda a situarnos en todo momento y a que nuestra información se transmita mucho mejor, disminuyendo los pensamientos que pueden invadirnos sobre si estaremos aburriendo al público.

Pero no todo vale. Diapositivas con más palabras que espacio dan muestras de que no controlamos el tema que estamos tratando. Incluir las palabras clave, acompañarlas de imágenes, vídeos o esquemas indica fluidez y además nos sirve como ancla por si en algún momento perdemos el hilo.

Final-conclusión:

Puede ser en forma de resumen o valoración personal antes de pasar al turno de preguntas.

¡Y que nunca se nos olvide dar las gracias!


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