Prístino: menú de casa de comidas elevado a restaurante elegante en Madrid

«Que se mantiene inalterado, puro, tal como era en su forma primera u original. Vuelta a la forma de toda la vida, pero adaptada a su ambiente al gusto de hoy». La primera frase es la definición oficial de «prístino». La segunda, la adaptación que de ella hace este restaurante de Chamberí que toma este nombre para demostrar una cocina de toda la vida, de menú de barrio, pero en un envoltorio actual y sofisticado (que no quiere decir caro).

«Casa de comidas contemporánea», adelanta su carta. Al entrar, en realidad, lo que se percibe es un sofisticado restaurante, cálido, luminoso, de mantel blanco y decoración sencilla pero acertada y elegante.

Un apartado de coctelería arranca el menú en su primera página y sitúa a Prístino también en el presente, en línea con las tendencias. Son combinados clásicos en su mayoría, ninguno se echa en falta. Está desde el pisco sour al negroni, desde el brumble al Moscow mule.

Pasando página, mientras se devora una banderilla con su piparra bien picante, la cuchara reina en unas lentejas castellanas con sus sacramentos o en unas verdinas en salsa verde con almejas. Y unos callos, ¡qué callos» Tan tiernos, tan melosos, tan en su punto, con tan equilibrado picante y tan de no parar de mojar pan que son un verdadero peligro. Entre los entrantes, los ojos se van detrás de los torreznos con patatas revolconas, de la ensaladilla rusa de siempre, la croqueta casera o de un plato que choca encontrar (muy balear, por cierto), unos exquisitos huevos rotos con lomo y carabinero. De la tierra no podía no estar el pollo en pepitoria, el rabo de toro o hasta el cachopo. Del mar, la merluza a la romana sobre caldo de jamón o el bacalao a la madrileña cumplen con la definición del lugar.

También lo hacen los postres. El flan de huevo casero es estupendo, también rica la leche frita con helado de merengada. Gustan, sobre todo, cuando estamos tan saturados del sota-caballo-rey en tema dulce en la mayoría de direcciones. La tarta de queso, como en todas partes, la tienen, aunque esta podría ser de ranking.

La carta de vinos es contenida, con las denominaciones clásicas, sin riesgos, con algunas por copas. El ambiente, eminentemente ejecutivo a diario, acompaña. Lo encontraréis siempre animado, apetecible y recomendable.

Eduardo Dato, 8

Precio medio: 35/40 euros

Tel. 917 37 36 40

www.restaurantepristino.com

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