Problemas de pareja: una cosa de dos

Es posible que actualmente estés atravesando algunas dificultades en tu relación de pareja, o al menos las hayas sufrido en algún momento. Resulta inevitable que en ocasiones aparezcan choques, pues no siempre podemos coincidir en todo ni agradar al otro como nos gustaría.

Hemos de comprender que cada persona es un mundo, con sus altibajos emocionales, sus preferencias y sus cambios de opinión. Ten en cuenta que seguro que ni tú mismo/a has llegado a conocerte del todo aún, por lo que esta tarea se antoja harto complicada cuando son los demás los que tratan de comprendernos.

Las personas aquejadas de dificultades en sus relaciones de pareja suelen referir que es “el otro” el culpable de los problemas. Por ello, comienzan enumerando una lista de las cosas que no le gustan de la otra persona, incidiendo en los cambios que debería hacer para que la cosa mejorase.

Lo realmente difícil consiste en ser capaz de mirarse a uno mismo. Está claro que si hay malentendidos, discusiones o enfados, ambas personas suelen estar implicadas en el asunto de un modo u otro. Es fundamental lograr adoptar una actitud abierta, de manera que consigamos ver “el fondo de verdad” que hay en lo que nuestra pareja nos dice.

Si hacemos un esfuerzo por ver qué podíamos nosotros hacer por mejorar en lugar de gastar energías en hacer culpable al otro, seguramente llegaríamos a una mejor comprensión y entendimiento, haciendo de la relación un intercambio más rico y feliz. No olvides que nuestra pareja llega a convertirse en un espejo para nosotros, gracias al cual aprendemos mucho acerca de quien somos en realidad.

Como nota curiosa, comentar que según el psicoanálisis existe un mecanismo de defensa en el ser humano llamado proyección, según el cual atribuimos a los demás los sentimientos, impulsos y pensamientos propios que nos resultan inaceptables o nos generan ansiedad. Quizá cuando empezamos a “escupir” todas esas cosas que no nos gustan de nuestro amante estemos refiriéndonos realmente a cosas que no nos gustan de nosotros mismos.

Ahí queda eso.