El gonococo cruel le costaba el cargo a un ministro de Sanidad mientras Antonio Resines, Verónica Forqué y Ana Obregón revoloteaban sobre la movida madrileña. Eran otros tiempos más ligeros y despreocupados, y como tales los contaba Fernando Colomo en una comedia sin demasiadas pretensiones más. Hoy el cuento ha cambiado mucho, sobre todo en lo que se refiere al sexo y la política, dos polos que ahora parecen antagónicos y que en otros tiempos estuvieron más que próximos.

Américas aparte, igual ha llegado el momento de importar sus técnicas de propaganda por si nos vemos abocados a unos terceros comicios. Me han dicho las malas lenguas (cuáles si no) que Norma Duval y Bertín Osborne estarían dispuestos a ofrecer ciertos servicios por la bancada de la gaviota, así que ganarán otra vez, porque en el bando de la rosa cuentan con Ana Belén y Joaquín Sabina, y claro, la cosa está un tanto desequilibrada. De los partidos emergentes no ha habido, de momento, noticia alguna.

Y uno mira las listas electorales y se descorazona mucho, porque aptitudes para trincar ya hemos visto de sobra y de todos los colores, pero aptitudes estéticas, la verdad es que poquitas. A ver si al final la razón de que hayan puesto a Pedro Sánchez de patitas en la calle era por ser el único buenorro del panorama. En fin, que la erótica del poder está de capa muy caída.