Revista Política
Lo de la Pascua Militar y el discursito que en ese acto se marcó el tal Morenés, actual ministro de Defensa español, hiere cualquier sensibilidad democrática por pequeña que sea ésta.
Y es que considerar que promover el ejercicio de un derecho democrático cual es el decidir algo mediante el voto es una "provocación", define perfectamente al personaje y al Gobierno al que Morenés representaba en ese acto. A esta gentuza lo que les molesta es lisa y llanamente, que se pase por las urnas la continuidad o no de la "sagrada unidad de España"; como si esa mamonada -equivalente por otra parte, a los resobados "derechos inalienables de Catalunya"- tuviera algún significado real más allá de los intereses que esconde.
En realidad, hace tiempo que llegué al convencimiento de que lo que más molesta al Partido Popular (PP) y a quienes lo manejan desde fuera es la simple posibilidad de que los súbditos del Reino de España voten, acostumbrada como está la derecha extrema/extrema derecha nazional resolver las cosas por decreto-ley y llegado el caso, a recurrir a la fuerza bruta, militar por supuesto, que para eso tienen un Ejército instituido en "garante" de la unidad de España y sobre todo, de los privilegios de las clases dominantes.
De entrada, resulta rechazable el mismo marco del exabrupto de Morenés: estos aquelarres con mucho uniforme y mucho vivaspaña y vivalrey, sobran. Además, lo que se conmemora en la Pascua Militar es, como la Adoración de los Reyes Magos, algo que nunca ocurrió se pongan como se pongan. La presunta "recuperación de Menorca" en el siglo XVIII mediante la expulsión de las tropas británicas que ocupaban la isla desde la Guerra de Sucesión, la llevó a cabo un ejército francés mandado por el muy gabacho Duque de Crillon, quien entregó la isla a la Corona española como suntuoso regalo del Borbón francés a su pariente español, Carlos III. De estas fantasías se construye la Historia oficial.
Luego está el asunto de las formas, con esas alabanzas de Morenés a la "serenidad y tranquilidad" de los militares, como si fuera de recibo cualquier otra actitud por su parte. Al fin y al cabo, los militares de carrera españoles son funcionarios del Estado, espléndidamente pagados ellos sí por cierto, y su dignidad, honorabilidad, etc, son exactamente las mismas que las de otros asalariados de la Administración, ni mayores ni menores a pesar de la verborrea típica del cuerpo y de los halagos con los que los políticos al uso y otros especímenes semejantes suelen regalarles los oídos a los uniformados armados.Pero sobre todo, y según dice nuestro Gobierno, no están los tiempos para dispendios en tonterías. Escribe EL PAÍS este fin de semana pasado que la aventura en Afganistán le ha costado a España tres mil millones de euros y cien muertos. Pero es que además desde principios del presente siglo, España ha acumulado una deuda de decenas de miles de millones de euros con EEUU y otros países proveedores de armamento, a los que el Gobierno Aznar y en menor medida el Gobierno Zapatero compraron carísimos juguetes que al decir de Constantino Méndez, Secretario de Estado de Defensa con la ínclita ministra Carmen Chacón, "ni eran necesarios, ni se van a utilizar, ni podemos pagarlos". Menos despilfarro por tanto, en algo que incluso en tiempos de bonanza económica y alegrías presupuestarias tiene escasa por no decir nula justificación.
Resulta en fin, que más allá de las peroratas ministeriales acerca de la presunta "serenidad" militar, la perrera mediática y la Internet fascista española rebosan llamamientos de momento más o menos encubiertos al golpismo militar. Destacados plumíferos de esa ideología babosean en los oídos de los generales, especialmente de uno, hijo de un conocido dirigente fascista español aún vivo que lideró la organización terrorista Fuerza Nueva en los inicios de la Transición y cuyas actuaciones han quedado impunes, al que de modo escasamente críptico se anima desde foros y blogs de extrema derecha a dar un paso al frente, y ya pueden imaginar qué significa eso realmente. Algunos foros militares ponen los pelos de punta, por las barbaridades que escriben en ellos quienes se presentan como militares profesionales. Quien tenga dudas sobre el golpismo, que en realidad nunca ha dejado de anidar en el ejército español y que en los últimos tiempos al socaire de la crisis general está recuperando toda su lozanía, que le eche un vistazo a las denuncias que hace en su blog el teniente general retirado Pedro Pitarch.
En resumen, tenemos un Gobierno español que en vez de cortar las alas al golpismo militar lo alienta al menos en su vertiente verbal, porque su existencia le representa una carta en la manga en su enfrentamiento con el Gobierno catalán y sus planes soberanistas: el fantasma de una intervención militar es conjurado por Rajoy y su pandilla como supremo argumento para cerrar el paso no ya a la independencia de Catalunya sino a cualquier reforma del Estado que amenace los intereses de las oligarquías españolistas. Y por supuesto, el Ejército español se constituye en garante del "orden social" actual, en el que por ejemplo los ciudadanos son desalojados de sus casas por los mismos bancos que previamente nos han robado miles de millones de euros a todos.
En la imagen que ilustra el post, un Juan Carlos con evidentes señales de deterioro físico preside la Pascua Militar celebrada el 6 de enero pasado.