Revista Cocina
UNA APUESTA FIRME POR LA CALIDAD DEL VINO Y EL FUTURO DE SU TIERRA
El Observatorio de Impacto Ambiental y Territorio de la Universidad de Alicante, ha hecho público recientemente el resultado de un informe con un título todavía más largo que la oficina que lo publica, del que se extraen entre otras las siguientes conclusiones:
- Declive de la agricultura en la provincia de Alicante
- Peligro por la inexistencia de un relevo generacional de los agricultores que hoy subsisten
- Importancia del mantenimiento de la agricultura para garantizar una cierta sostenibilidad ambiental.
- Riesgo de que el terreno que no se cultiva sea recalificado en breve para su urbanización.
Si nos atenemos a estas obviedades, que a partir de ahora tienen un soporte académico que corrobora de manera oficial lo que todos sospechábamos, debemos otorgar mayor mérito si cabe a iniciativas como las que lleva a cabo desde el año 2.004 la bodega Celler de la Muntanya, en la alicantina localidad de Muro de Alcoy donde se desarrolla un proyecto denominado ”Microviñas”. Con esta idea se pretende la recuperación de parcelas de viñedo de alta calidad y variedades autóctonas que, o bien estaban a punto de ser abandonadas por sus propietarios o ya se habían convertido en un erial y han vuelto a ser plantadas con nuevos ejemplares que aporten juventud a sus vinos.
Siguiendo esta filosofía, han rescatado del olvido y de una más que probable “chaletización” un total de 33 parcelas diseminadas por un territorio que abarca varios municipios de la montaña alicantina y donde se ha buscado la orientación perfecta, un suelo favorable a sus expectativas y unos viñedos viejos en algunos casos que han sido magistralmente reconducidos en un verdadero trabajo de viticultura de precisión, haciendo que viñas de más de 60 años de antigüedad pasen de la típica conducción en vaso a una moderna distribución de la hoja y el racimo en doble espaldera o lira. Es verdaderamente digno de ver como esos dinosaurios hacen gala de su gran capacidad de adaptación y agradecen los cuidados con una cosecha de uva de la máxima calidad.
Respecto a la zona, Juan Cascant, impulsor del proyecto junto a su socio Toni Boronat, insiste ante nuestra terquedad en que hay que olvidar el concepto de vino o zona vinícola aplicado a una comarca completa y la idea de clima a escala regional, desterrando muchos estereotipos que todo entendido en vino ha leído y usado en infinidad de ocasiones y los da como buenos a la hora de clasificar una zona productora o una variedad de uva. Recalca que cada parcela tiene unas características completamente distintas a la vecina (eso que se lo digan a los franceses con los crús) y que el hecho de saltar de una ladera a otra en un mismo valle supone en las uvas unas características tan personales que merecen ser tratadas y vinificadas por separado para que posteriormente se ensamblen en un todo, conociendo perfectamente que puede aportar al conjunto cada una de las viñas.
La bodega, desprovista de todo ornamento y lujo superfluo, se asemeja a un pequeño laboratorio donde se amontonan infinidad de diminutos depósitos y barricas de diferentes capacidades, llamando la atención las creaciones y soluciones domésticas que se llevan a cabo para controlar la fermentación y la vinificación a pequeña escala de las distintas variedades. Su presupuesto y su esfuerzo están puestos en sacar la comarca del olvido vinícola y ofrecer la máxima calidad de producto. Ya habrá tiempo de salas de barricas de diseño y fachadas de piedra o titanio. Su imagen hoy por hoy la conforman sus creadores, dando a conocer su proyecto en cualquier foro que les ofrezca su atención y preste oídos a su sueño.
Al preguntarles sobre su intención de acogerse a la D.O. Alicante, manifiestan que su filosofía se mueve por otros derroteros y que si bien no lo descartan, por ahora quieren ser dueños de sus decisiones con respecto a variedades a emplear y formas de actuación. De la conversación se desprende la idea de que el concepto Microviña sea una entidad autárquica y autóctona al mismo tiempo, que huya de generalidades y convencionalismos y busque ser una marca de calidad en sí misma.
De visita en las parcelas es donde se puede observar de primera mano la aplicación de unas técnicas innovadoras y a la vez escrupulosas y respetuosas al máximo con la idílica naturaleza que rodea las viñas (cuesta trabajo reconocer que nos encontramos en Alicante mientras cruzamos riachuelos y cascadas o vemos como una vegetación casi selvática toca con sus ramas el calvero donde crece la vid, amenazando con engullirla. Cada parcela tiene unas características completamente distintas a otra y se trabaja en consecuencia. Sirva como ejemplo la técnica de dejar crecer la hierba bajo el viñedo en una parcela arcillosa que ha acumulado mucha agua, no para restar vigor a la viña como erróneamente supuse, sino para drenar la humedad sobrante, mientras que otra viña situada en un plano superior aparece pulcramente labrada y desbrozada. Otra técnica a destacar y donde se nota hasta donde están dispuestos a llegar para diferenciarse y alcanzar la máxima calidad, es el vendimiar por separado los racimos de una misma cepa según la longitud del sarmiento que los sostiene. Sarmiento de 1,20 metros o más: En caja roja. Sarmiento de menos de 1,20: En caja azul. Han estudiado que la cantidad de azúcar y acidez no es igual en unos racimos que en otros, por lo que los utilizan por separado para redondear el futuro vino a su gusto.
Otra característica a resaltar es que la bodega no es propietaria de las parcelas que la abastecen, sino que fomenta el trabajo y la inversión particular del pequeño agricultor (y de su hijo o nieto, esperemos), de manera que su viñedo tenga asegurada una rentabilidad económica que haga factible que sigua existiendo como tal y no quede abandonado. Como contraprestación exigen la máxima escrupulosidad y seriedad a la hora de seguir las directrices dictadas desde la bodega, que se erige en órgano rector de todo el proceso desarrollado en esas tierras. Quieren que el agricultor sea el que más gane con el vino y no el último eslabón de la cadena, como suele ocurrir casi siempre. Esto recuerda mucho al concepto de comercio justo que tanto se lleva en otras zonas del planeta y que tan buen resultado está dando. Conociendo el coste tanto humano como económico del sistema y el escaso número de botellas que se producen, el precio del vino parece hasta ridículo.
Desde Celler de la Muntanya han logrado involucrar en el amor al viñedo y a la tierra, a personas tan dispares como abogados, profesores, contratistas y profesionales de sectores ajenos al vino que han creído en su concepto y han adquirido o recuperado de sus familiares pequeñas parcelas que se han adherido a la idea. Es un “micromundo” lleno de romanticismo y amor por su terruño que tarde o temprano dará sus frutos y contagiará a otros, dando lugar, quien sabe, a nuevas bodegas de microviñas en la zona. Por ahora tienen una lista de espera de 15 parcelas (buena señal).
Destacar a su vez la labor docente y didáctica que llevan a cabo tanto en institutos de educación secundaria, donde también hay plantada una microviña, como en proyectos de colaboración científica con la Universidad de Valencia, ciudad que por razones geográficas, ferroviarias y políticas que no vienen al caso siempre ha sido la vía de acceso natural a la cultura, al ocio y al comercio de la comarca en la que se ubica el proyecto (no por ello han dejado de promocionarse y celebrar diversos eventos en Alicante, donde se pueden encontrar sus vinos sin dificultad en restaurantes y comercios especializados).
Hay que hacer mención al hecho de que están llevando a cabo la misma política con el aceite de oliva virgen extra, que embotellan desde hace tres años bajo la marca “d’olives”, con las variedades arbequina, mançanella, blanqueta, alfafarenca y genovesa, con una producción de 6.500 botellas anuales y un precio de 8,5 € el medio litro.
Respecto a los vinos que elabora la bodega, su gama abarca dos tintos, dos blancos secos y un blanco naturalmente dulce:
ALBIR 2008. Vino blanco seco. El coupage lo compone un 40% de macabeo, un 40% de malvasía, un 15% de merseguera y un 5% de moscatel de Alejandría, fermentadas en inoxidable por separado y criado sobre lías durante 6 meses. La macabeo fermentó en tina de roble. El ensamblaje se efectuó previamente al embotellado. Viñas procedentes de los municipios de Beniarrés, Gaianes, Gorga y Teulada. Graduación alcohólica: 13,5º. Embotellado en Junio de 2.009. Producción: 9.600 botellas. Precio aproximado: 9,80 €.
LLIURE ALBIR 2008. Vino blanco seco fermentado y criado en barrica de roble francés. El coupage lo compone un 33% de macabeo, un 33% de malvasía y un 33% de garnacha blanca. También fermentadas y criadas por separado, con una crianza de 8 meses. Viñas procedentes de los municipios de Beniarrés, Gaianes, Agres y Gorga. Graduación alcohólica: 14º. Embotellado en Julio de 2.009. Producción: 1.050 botellas. Precio aproximado: 18,85€.
CELLER LA MUNTANYA 2008. Vino tinto con crianza. El coupage lo compone un 43% de monastrell, un 20% de garnacha (giró), un 17% de bobal, un 10% de garnacha tintorera y un 10% de bonicaire. Todas fermentan por separado en acero excepto la tintorera (madera). Crianza por separado durante 8 meses en distintos envases y materiales. Viñas procedentes de los municipios de Beniarrés, Alcocer de Planes, Alcoy, Tibi y Bocairente. Graduación alcohólica: 14º. Embotellado en Junio de 2.009. Producción: 6.800 botellas. Precio aproximado: 9,60€.
ALMOROIG 2006. Vino tinto con crianza. El coupage lo compone un 69% de monastrell, un 23% de garnacha (giró) y un 8% de garnacha tintorera. Todas fermentan por separado en tinas de madera. Crianza por separado durante 13 meses en distintos tamaños de madera. Viñas procedentes de los municipios de Beniarrés, Alcocer de Planes, Gorga y Planes. Graduación alcohólica: 14,5º. Embotellado en Junio de 2.008. Producción: 14.500 botellas. Precio aproximado: 13€.
CELLER LA MUNTANYA DOLÇ 2008. Vino blanco naturalmente dulce (sin adición de alcohol). Variedad 100% moscatel de Alejandría. Fermentado en roble francés hasta alcanzar los 16º, momento en que se para la fermentación por frío y se produce la crianza en barrica durante casi un año también a baja temperatura. Filtrado y reposado en acero durante 2 meses. Viñas procedentes de los municipios de la comarca de la Marina Alta (Teulada y alrededores). Graduación alcohólica: 14º. Embotellado en Noviembre de 2.009. Producción: 700 botellas. Precio aproximado: 18€.
Tuvimos la ocasión de catar una muestra de barrica del Dolç 2.009, que está elaborado de malvasía en vez de Moscatel. Le auguro un futuro prometedor. Mucha trufa, ambrosía, cítricos y flores sin fin, combinando un dulzor alto (80g/l) con una acidez perfecta que se redondea con un final de boca amargoso que limpia y dignifica el vino catado. Agotarán con rapidez las 700 botellas
Bodega: Celler la Muntanya - Rotonda quatre camins, Camí Alquerieta - 03830 Muro de Alcoy (Alicante). Tlf.:607 90 22 35 y 608 10 88 33.
Enólogos: Toni Boronat, Marc Pérez y Adriá Pérez
Email: [email protected] y [email protected]
Web: http://www.cellerlamuntanya.com/