Revista Cultura y Ocio

Prueba de guión para comedia familiar con adolescentes

Publicado el 11 abril 2018 por Molinos @molinos1282
  Prueba de guión para comedia familiar con adolescentesInterior cocina. Se respira tranquilidad, calma, cotidianeidad. Todo parece ir bien. Una madre cuarentona y su hija adolescente lían croquetas. (Inciso de guionista, creemos que es importante introducir la realidad española y qué hay más español que las croquetas caseras de jamón) La madre maneja las cucharitas mientras recuerda cómo ella veía hacer eso a su madre y la envidiaba por su destreza. Ella posee ahora esa habilidad y la exhibe casi con chulería.

ADOLESCENTE¿Puedo hacer yo lo de las cucharitas?
MADRENi hablar.
ADOLESCENTERebozar es un rollo. Se me manchan las manos.
MADREEsto es como lo de los huevos.
ADOLESCENTE¿Qué de los huevos?
MADRECuando seas padre comerás dos huevos y cuando seas madre harás lo de las cucharitas.
ADOLESCENTEYo ya como dos huevos y cuando sea mayor iré a tu casa y me darás las croquetas ya hechas.
MADREEntonces no podrás comerte la masa cruda que es lo que a ti te gusta. Y cuando seas mayor me iré a vivir al extranjero.
ADOLESCENTEJa. Sí, claro.
Clic, clic, clic. Se quedan en silencio. Solo se oyen las cucharitas. Por fin, terminan. En silencio, se ponen a recoger aunque es obvio que LA ADOLESCENTE está tratando de escaquearse mientras LA MADRE recoge todo.  
MADREPor favor, guarda el tuper.
ADOLESCENTE¿Dónde?
MADRENo sé, ¿tú qué crees? ¿En el cajón de los calcetines? ¿En el armario de los abrigos? ¿En tu mochila del colegio? ¿Dónde guardamos las croquetas siempre?
ADOLESCENTEVale, vale en el congelador.
LA ADOLESCENTE abre un congelador de 170 cm de alto, con varias baldas en las que se ven otros tupers, unos tarros de cristal con algo que parece crema de calabaza, una bolsa de espinacas congeladas, pizzas.
ADOLESCENTENo cabe.
MADREEn ese congelador cabe un cadáver, el tuyo por ejemplo.
ADOLESCENTE¿Eso es sarcasmo?
LA MADRE está fregando de espaldas los cacharros, la vemos sujetar el estropajo con fuerza, intentando no estallar.
MADRE (murmura)Que no cabe, que no cabe. Sé a qué juega, a que vaya yo. Y no pienso ir.
(En voz alta)Claro que cabe. Piensa que es tu maleta del campamento y tienes que meter las veinticuatro camisetas que dices que necesitas para quince días.
ADOLESCENTEMuy graciosa.  Ya está. Ha cabido.
LA ADOLESCENTE sale tan campante de la cocina. Se la ve satisfecha, contenta. Pensando que con ese ratito que ha pasado liando croquetas ha ganado suficientes family points como para poder desentenderse de su madre el resto del día. «Eh, que yo he liado croquetas» va a ser su respuesta ante cualquier petición que perturbe su paz. 
II
LA MADRE sigue en la cocina. Abre la nevera, saca unas fresas y variados alimentos para preparar una ensalada. En un rapto de inteligencia decide que no tiene porqué hacerlo todo ella y decide llamar a su otra hija para que le ayude. Sale de la cocina y llega al salón. Su hija está allí, sentada, mirando su móvil.  
MADREMaría, cariño, ¿podrías?
No hay respuesta. Sabe que su hija no está muerta porque la ve pestañear.

MADREMaría, por favor, ¿me atiendes un momento?

Casi le parece ver sus palabras volando por al aire y cayendo en el regazo de su hija sin que ella se de cuenta.  Piensa en todas esas cositas chupis de «no pierdas la paciencia, tú eres la adulta, respira hondo» MADREMaría, te estoy hablando.
Casi puede ver como su hija barre con sus manos las letras de sus palabras y las tira al suelo. Permanece de pie, a dos metros de su hija, esperando que se de cuenta de su presencia. Cronometra dos minutos y se da cuenta de que podría permanecer allí y caer muerta antes de que su hija se de cuenta.  LA MADRE ESTALLA.
MADREMARÍAAAAAAAAAA
MARIA¿Qué pasa? Tranquila, tranquila... ¿qué quieres?
LA MADRE abandona la escena murmurando
MADRENo veo el momento de que se independicen. «Tranquila» me dice, es que la mato.Tantas intepretaciones intelectualoides de Saturno devorando a sus hijos y me apuesto una mano a que Saturno se los come porque le dijeron «tranquilo, que ya vamos» después de que él se desgañitara a llamarlos. 

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