Revista En Femenino

Pruebas, qué significan y cuáles hacerse

Por Teresa Escudero Ozores
Llevo varios días contestando dudas sobre las famosas "pruebas rápidas", las "pruebas serológicas" y las PCR... Y algunos días rumiando cómo explicar por qué ni los "pasaportes de inmunidad" ni las "cartillas de inmunidad" que se han propuesto tanto a nivel internacional como en Madrid, no sólo no son éticas, sino que tampoco son científicas. Espero que éste artículo os ayude.

¿Qué prueba me tengo que hacer si tengo síntomas o he estado en contacto con alguien con COVID-19? 
La prueba más fiable es la PCR, es la que recomienda el Ministerio de Sanidad y la que se está haciendo tanto a nivel hospitalario como de Atención Primaria. 
¿Desventajas? Si somos impacientes, nos costará asumir que esta prueba tarda unas 48 horas durante las cuales deberemos quedarnos en casa, aislados, hasta que nos digan si somos positivos o no.
Puede ocurrir que un resultado sea negativo cuando sí hay virus en el organismo, pero todavía no ha comenzado su fase más activa o cualquier otra circunstancia. Es lo que l@s médic@s llamamos un FALSO NEGATIVO. Por eso, Sanidad ha indicado que, ante una PCR negativa pero altas sospechas de contagio o sintomatología compatible con la COVID-19, debe repetirse esa prueba a las 48 horas por si, en ese periodo, el SARSCov-2 se ha hecho ya detectable.
También se conoce como prueba diagnóstica o prueba molecular. Lo que hace esta técnica es rastrear el código genético del coronavirus SARSCov-2 (su Ácido Ribonucleico, o ARN) en las personas. Detectarlo así indica que el virus está presente y activo, es decir, puede contagiar
Se busca en las vías de entrada habituales del virus: las mucosas de la nariz y la faringe. Por eso la muestra para llevar al laboratorio se toma mediante un hisopo que se introduce por la nariz o la garganta y luego se remueve dentro para impregnarlo de esa mucosa. Esa muestra es la que se analiza en busca de trazas de ARN.
Ojo, tener una PCR negativa nos dice que no estamos contagiados EN EL MOMENTO EN QUE NOS LA HACEMOS. Si al día siguiente de hacernos la prueba no tomamos medidas adecuadas y contactamos con alguien infectado, nos podemos infectar. 
¿Qué prueba me tendría que hacer si sospecho que he pasado el virus, y quiero confirmarlo?

Si sospechamos que hemos pasado la infección, y queremos confirmar que tenemos anticuerpos, se recomienda hacer una prueba serológica, las pruebas más precisas son las denominadas ELISA y CLIA que son capaces de detectar los anticuerpos IgM, IgG e incluso IgA. 
El test necesita una muestra de sangre porque trata de detectar los anticuerpos creados por el organismo para combatir la infección. Una vez el coronavirus comienza a extenderse por el cuerpo, el sistema inmune crea y envía estos anticuerpos para neutralizar al virus.  Se le llama prueba de anticuerpos o serológica porque lo que hace es detectar éstos anticuerpos en el suero de la persona. 

Los IgM son los primeros anticuerpos que salen a intentar parar la infección. Por eso un paciente todavía activo, es decir, que todavía contagie, puede tener estos anticuerpos. 

Los IgG son anticuerpos más específicos y, según los inmunólogos, ya indican que la infección se ha superado, es decir, en principio esa persona habría pasado la enfermedad y, supuestamente, ya no contagiaría. 
Digo supuestamente porque una persona con IgG positivos, en contacto con una persona con el virus, es posible que pueda coger el virus y actuar como portador asintomático. 
Es decir, su sistema inmune "para" el virus en mucosas de nariz y garganta, el virus se replica poco, pero se replica, y aunque la carga viral sea pequeña, y la persona no llegue a tener síntomas, sí que podría contagiar a otros si se acerca a ellos sin mascarilla. 
No tenemos datos ni para afirmar ni para negar ésta circunstancia, por eso se recomienda mascarilla a la población general, haya pasado el virus o no. 

La prueba serológica busca conocer si una persona ha superado una infección por SARSCov-2, si ha tenido la COVID-19, aunque fuera en versión asintomática.  Una persona con prueba positiva ha creado anticuerpos para este virus, es decir, ha luchado contra él.  
Esta prueba nos dice si hemos tenido contacto con el virus en el pasado y si nuestro cuerpo ha creado inmunidad, pero como hemos dicho, no nos dice si esa inmunidad nos va a librar de contagiarnos nuevamente, o de contagiar a otros. Éste es el motivo científico por el que no se recomiendan los "pasaportes de inmunidad" o las "cartillas de inmunidad", la prueba serológica nos cuenta LO QUE NOS HA PASADO, pero no puede predecir qué nos pasará en el futuro si volvemos a tener contacto con el virus. 
Por lo que sabemos de otros coronavirus, es probable que las personas inmunes lo sean durante unos meses o incluso uno o dos años, y que después pasen la enfermedad de forma más leve. Pero no sabemos si pueden actuar como portadores asintomáticos, como hemos dicho antes. Por tanto, tener anticuerpos IgG no es ninguna garantía de nada.
¿Y qué son las famosas pruebas rápidas?
En toda la pandemia  se ha hablado mucho (y en general mal), de los test rápidos o de antígenos. 
Hubo polémica más que por la técnica en sí, por la escasa sensibilidad y fiabilidad de los kits que se compraron a toda prisa y sin verificar su fiabilidad. 
Las pruebas de antígenos buscan las proteínas (antígenos) que crea en su cubierta el virus para adherirse a las células sanas. 
Si hay antígeno, hay SARSCov-2. 
¿Y no es lo mismo que hace la PCR, si hay ARN, hay virus? Sí, pero con la ventaja de la RAPIDEZ: Con las muestras de la nariz o la garganta se puede obtener el resultado en minutos. 
Si la prueba es de calidad, un resultado positivo es considerado bastante fiable
¿Y por qué no se hacen estas pruebas rápidas a todo el mundo? Porque no es tan precisa en caso de dar resultado negativo. Hay una buena probabilidad de que habiendo virus no detecte los antígenos. Por eso, si la prueba es negativa, se necesita una prueba molecular, es decir, una PCR, para descartar (o confirmar) la infección. Éste tipo de pruebas son interesantes para colectivos que trabajen con personas de riesgo (trabajadores de residencias de ancianos, por ejemplo), por su rapidez y la fiabilidad para detectar positivos, pero cuando hay una sospecha fundada de infección o contacto, la prueba ideal es la PCR.
Más allá de las cuestiones científicas, quiero dar mi opinión sobre los "pasaportes serológicos" y las "cartillas de inmunidad". 
NADIE debería ser obligado a dar datos privados sobre su salud. Abrir ese "melón" a nivel ético me parece peligrosísimo. 
Porque empezamos con datos sobre el coronavirus, seguimos con datos sobre el SIDA, y al final, nuestro historial médico tiene que ser público "por el bien común", y eso sencillamente es MENTIRA. 
Como médica, mis pacientes confían en mí porque saben que yo NUNCA revelaría a nadie sus datos médicos. De hecho el secreto médico es tan importante que sólo puede desvelarse por orden judicial, y nunca un juez pide todo el historial médico de un paciente, sino sólo aquello que es especialmente relevante para el caso. 
Aunque realmente se pudiera saber quién es inmune al virus y quién no, seguiría siendo para mí algo inadmisible que se pudiera contratar (o no) a un trabajador o trabajadora según dicho estado de inmunidad.
 Pronto estaremos en disposición de saber si una persona tiene riesgo de tener cáncer o Alzheimer, ¿de verdad queremos que l@s empresari@s que nos contratan, o que l@s polític@s que nos gobiernan, sepan esos datos sobre nosotr@s? ¿No provocará una exclusión "genética" de aquell@s con una predisposición a determinadas enfermedades, mientras se favorece a l@s que no la tienen? 
Mi "molesta"opinión es que los datos médicos deberían seguir siendo privados, y que ningún profesional sanitario debería divulgar en ningún caso los datos de nadie. 
¡Espero que este artículo os sea útil y os ayude a despejar dudas!

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