Marcelo es profesor de filosofía en una universidad pública en Buenos Aires. La muerte del catedrático de su departamento, que además de su jefe era su mentor personal, es aprovechada por un docente e investigador advenedizo de gran presencia mediática que quiere volver a Argentina y ocupar su cátedra. Algunos compañeros sugieren a Marcelo que presente una candidatura alternativa.Puan es la materialización más canónica de todos los clichés sobre el cine argentino que se había visto desde Martín (Hache): una comedia dramática que transcurre entre personajes de la clase culturalmente dominante, especialistas en una materia humanística, ensimismados en su superioridad cultural, a los que les encanta arreglar el mundo, hablar mucho, y, sobre todo, escucharse a sí mismos. El único tópico que no se cumple es que al protagonista, que por supuesto se llama Marcelo, no lo interpreta Ricardo Darín.
Teniendo en cuenta este marco, parece inevitable que la sutileza brille por su ausencia, que el humor sea de trazo grueso, escatología incluida, que los problemas y las emociones de los personajes se verbalicen en exceso, que resulte evidente su condición de estereotipos sociales, o que la crítica que plantea la película a la situación social y política de su país, y en general a la sociedad capitalista liberal contemporánea y al rol en ella de la clase intelectual, sea autoindulgente, complaciente, superficial, y, perdón por insistir, muy tópica.No obstante, dentro de las limitaciones que ello conlleva cuando el cine argentino se convierte en un género, el conflicto central de Puan, un personaje que durante toda su vida ha sido el segundón mediocre de otro y en su madurez se ve obligado a salir de su zona de confort y a experimentar una especie de orfandad profesional y vital, podría haber dado juego si se hubiera desarrollado en torno a esta idea una arquitectura narrativa.
Pero estamos ante una de estas películas en las que nos preguntamos durante la mayor parte de su metraje de qué tratan y qué pretenden contar mientras los directores nos convierten en alumnos de las clases de filosofía del protagonista o mientras vemos escenas de comedia bufa que giran igualmente en círculo sin hacer avanzar la historia.Solo la excelente interpretación del protagonista, Marcelo Subiotto, logra evitar el naufragio total de una historia sin ritmo, sin trama, sin personajes que vayan más allá de la caricatura, y, en resumidas cuentas, sin historia. Amantes y detractores del cine argentino deberían coincidir en que es un error que esta película haya sido elegida como representante de esta cinematografía en los Premios Goya de este año, y es además un flaco favor para el cine iberoamericano en su conjunto que haya conseguido estar nominada al premio.
- [message]
- ##check## Lo bueno
- El trabajo de su protagonista, Marcelo Subiotto.
- ##times## Lo malo
- Una sucesión de clichés sobre el cine argentino.
Una serie de escenas deslavazadas de tonos diferentes que carece de estructura narrativa ni cohesión.
- [accordion]
- Dirección 4.0
- El estilo visual es plano y está subordinado a los diálogos.
- Guion 3.0
- La idea central no es mala pero no hay desarrollo narrativo. El diseño de personajes se limita a estereotipos.
- Intérpretes 7.0
- Marcelo Subiotto es lo único destacable de la película; su excelente trabajo consigue salvar del desastre varias escenas.
- Ritmo y Montaje 3.0
- La película es una sucesión de escenas de diferentes tonos que transmiten una sensación deslavazada y que no llegan a configurar un conjunto coherente.
- [message]
- Puntuación Total 4 / 10