El domingo se celebró o mejor dicho concluyó el proceso informal de consulta independentista en Barcelona. Digo informal porque un referéndum sin validez jurídica en el que los organizadores y partidarios de una de las opciones instalan urnas en las calles y locales afines, en las que se vota sin censo previo simplemente con acreditar ser mayor de 16 años, no parece de entrada una cosa muy seria. Menos todavía cuando resulta que la consulta se abrió al "voto anticipado" hace cuatro meses; es decir, que desde diciembre pasado se podía votar dejando un sobre cerrado, se supone que con tus datos inscritos, en manos de los organizadores.
En resumidas cuentas, es como si en las próximas elecciones municipales se votara sin censo previo y exclusivamente en urnas instaladas en la calle y en locales del PP, por ejemplo, con todo el proceso organizado y controlado por los afiliados del partido de Rajoy, quienes además desde meses atrás habrían estado recogiendo y guardando votos en sus sedes locales. La verdad es que un proceso así no resultaría de mucha fiabilidad.
Así que el aroma a pucherillo impregna desde el principio esta "consulta popular", máxime cuando en las tandas anteriores, celebradas en municipios más propicios al reclamo independentista, los resultados han sido más bien pobres y en general por debajo de las expectativas creadas. En Barcelona dicen haber logrado un 18% de participación, lo que tampoco es como para tirar cohetes. Más que nada porque estos mismos caballeros consideraron que una participación del 44% en el referéndum sobre la reforma del Estatut (celebrado con todas las garantías legales, por cierto, en un clima de movilización en contra tanto de los independentistas catalanes como de la derecha española), era una verdadera futesa. Pues ya me dirán lo que es un 18% pelado en una urbe como Barcelona.
El caso es que a las tres de la tarde del domingo la organización reconocía que sólo había votado el 8% de los barceloneses. Lo que significa que o se produjo una verdadera avalancha de votos en las últimas horas (la verdad es que nadie vio colas ante las urnas callejeras), o bien que el número de votos "anticipados" superó finalmente al de votos emitidos durante el día, lo que como digo da pie a todas las sospechas, habida cuenta de la falta de garantías y de cualquier tipo de control que no fuera el supuestamente establecido por los organizadores, obviamente todos partidarios del sí.
Entre las anécdotas del evento, el hecho de que votara a favor de la independencia la consellera de Justicia de la Generalitat de Catalunya, una tal señora Fernández, abogada del Estado que hace apenas año y pico emitió un informe jurídico sobre la organización de la consulta independentista que de haber sido tenido en cuenta por algún juez hubiera llevado a la cárcel a los promotores.
También nos hemos enterado de que el Molt Honorable president don Artur Mas votó anticipadamente a favor, para salir luego anunciando que este miércoles CiU se abstendrá en la votación a favor de la independencia promovida po el grupo de Laporta en el Parlament. Por si queda alguna duda, el señor Mas se ha hartado estos días de ofrecer todo tipo de seguridades a "Madrid" de que su grupo, mayoritario en la cámara catalana, dinamitará cualquier intento de abrir un proceso hacia la independencia. O sea que una vez más la derecha catalana juega a "la puta i la ramoneta", expresión intraducible pero que viene a significar que hay quien es capaz de pescar en todas las orillas sin despeinarse un pelo.
Mientras el país se divierte con estas "collonades", el paro, la deslocalización de empresas, la corrupción en la clase política y la voladura calculada de los servicios públicos esenciales sufragados por los asalariados, siguen su curso.
Catalunya triomfant.