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Pues a mí no me gusta

Publicado el 26 enero 2010 por Elrosso

A veces me siento diferente, y no me enorgullezco de ello. Consulto ávidamente los análisis y críticas hacia videojuegos, contrastando opiniones para poder decantarme por la compra de un juego u otro, pero tanto énfasis documental suele ser en vano. Sobre gustos no hay nada escrito, y lo que a ti te chifla, a mí me la puede traer al pairo. Es por ello que sin que mi intención radique en ensalzar a las masas, quiero dejar constancia de algunas sagas o títulos concretos que no me acaban de convencer por mucho que la opinión general sea la contraria. Tan solo busco vuestra opinión, queridos lectores, con la que podré reafirmar que soy un jugón desviado o verdaderamente hay mucha medalla mal colocada en la industria. ¿Estáis de acuerdo? ¿Qué otros triple A no soportáis?

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Bioshock:

Mira, jugué a la demo y me quedé listo de papeles, parecía original, dinámico, y algo más que un simple fps con una ambientación chula. Pues oye, no, al final la ambientación chula es lo único simpático del asunto, porque la cosa iba de lo de siempre, matar bichos, avanzar por el mapa dosificando armamento y poco más.

El Big Daddy y la littles sisters, por mucho que se llamen como integrantes de la web de Bang Bros, en realidad no pasan de ser un par de diseños originales, pero no todo se puede sustentar en eso. Creo que simplemente, el juego salió en el momento adecuado y tuvo una campaña de publicidad bastante inteligente, pero que no justifica el enorme éxito que ha cosechado. Y ojo, que el juego no es malo, pero ya son muchos años jugando a cosas del género y muy especial tiene que ser la idea para que verdaderamente me atraiga, y es que muchas veces te la intentan colar doblada, véase Borderlands, que no me llegué a pasar ni la demo de lo que me aburrió. Curiosamente este último también está vendiéndose de maravilla.

“La belleza de sus escenarios, la magia de su ambientación y la  impagable historia de Rapture”. Anda y vete a cagar.

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“Eres un fenómeno!”

God of War:

Solo con leer el nombre de la franquicia se me vienen a la cabeza jóvenes hormonados con acné que tienen rollos de papel higiénico junto a sus monitores. El arma definitiva de Sony para unir cual anillo único a los compradores casuales y los hardcore. Ahí el mérito no se lo quita nadie, pero volvemos a lo mismo, un beat’em up tridimensional. Si, de esos que colmaban el catálogo de la generación pasada, así que volvemos a lo mismo. Puede molar un taco encadenar combos y matar bicharracos a golpe de quick time event, pero dame algo nuevo que me sorprenda. Ah, no, que ahora lo llaman Hack & Slash, que es lo mismo, pero en vez de aguantazos usas espadas, metralletas o lo que esté más a mano. ¡Que no, hombre, que es lo mismo!

Meter en un juego algún panteón de deidades es muy cool y tal, no ya tanto que el protagonista sea un señor cartoniano de incomparable densidad muscular con un drama personal más gratuito que las entradas de Stoichkov. Sinceramente y jurando sobre la bandera de Andorra mi imparcialidad, no comprendo el desmesurado interés por su inminente tercera parte en PS3, aun sabiendo que será un vendeconsolas que alzará los beneficios de Sony como nunca.

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“Los musos de Kratos”

Gears of War:

Y seguimos con protagonistas de videojuego sacados de un tebeo de Rob Liefield. Obra maestra de los videojuegos de acción y santo grial de los usuarios de 360. Pues oye, mira que me he puesto veces con él, pero no resisto más de 20 minutos por sesión. Vale que fueron pioneros en el exquisito sistema de cobertura y en el uso de la vista en tercera persona con desplazamiento hacia un lado para poder apuntar mejor, pero al final lo que uno está es todo el rato poniéndose tras pedruscos y matando a 3 o 4 tipos de bicho, y oye, pues me aburro. De verdad, no es que sea un gourmet de la acción desenfrenada, quier decir, a mí Earth Defense Force 2017 me parece una jodida maravilla jugable, lo cual, según el tipo de lector que tenga por delante, no dice mucho a mi favor.

De todas formas y aparte de esas innovaciones jugables, me desespero bastante con el amigo Markus Fenix, que parece que tiene osteoporosis y se baña por las noches en almidón de lo ortopédico que se me mueve el buen hombre. A eso súmale ese inherente ambiente Love Paradae de hipermusculación y camaradería… y bueno, no es que me sienta en mi salsa.

Tomb Raider:

O de cómo un busto trapezoidal se llevó al mercado de calle. A mediados de los 90, o te la pelabas con un bmp de Samantha Fox o jugabas al Cobra Mission, por lo que una tercera alternativa de darle alegrías al cuerpo con tu Pentium Pro no vino nada mal. Aquí no se puede decir que la propuesta no fuera original, pues era la primera vez que se hacía un buen juego de aventuras y exploración en 3d como Piccolo manda, pero el mal todo lo corrompe, y la segunda parte ya llegó al tope en lo que a posibilidades lúdicas se refería, no así las sopotocientas secuelas que la siguieron aprovechando el tirón y donde lo único que mejoraron fue la carga poligonal de las glándulas mamarias de Lara.

En su momento intenté ponerme con ellos, y creo recordar que hasta llegué a completar el primero en la Saturn, eso sí, con no demasiado buen recuerdo de ello y más que nada porque no era plan de malgastar el juego que me recomendó con tanto tesón La Hobby ponzoñas. Tediosos mapas cúbicos montados en una cuadrícula de bloques. Las piedras eran cuadradas, las cajas, los monumentos, el culo de ella… Todo seguía unos patrones de perpendicularidad que bueno, ya sabéis, al rato estáis hasta los mismísimos de palancas, salientes y saltitos. Vale que pudiera deberse a las limitaciones de la máquina, pero copón, ¡que hasta hace dos telediarios han seguido siendo así todos los demás! Ya digo, una y no más, santo Tomás.

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“Pepi, Trini y su amiga Lara”

World of Warcraft:

Antes de nada, aclarar sin ánimo de presentar credenciales que llevo mucho, mucho rodaje en el asunto de los mmorpgs y derivados a todos los niveles. Pues bien, mi experiencia en la panacea del género duró unos cuatro meses, momento en el que sentía el juego totalmente manido y sin interés por el constante tira y afloja de ponerle la zanahoria al burro y el tandem mazmorras/set de equipo.

Millones de jugadores lo avalan por lograr el equilibrio perfecto entre una experiencia casual y hardcore, que las pajas mentales de los juegos online orientales no son del gusto de todos, y solo esos zagales que hacen cosplay en salones de cómic son los que verdaderamente aprecian un Lineage o un Ragnarok.

Pero voy a lo que voy. Por mucho que la mecánica expuesta en el primer párrafo sea el abc del género, debe existir algo más que te atraiga, en mi caso concreto no me llenaban ni los gráficos cartoon ni la ambientación del universo Warcraft, que no es más que un refrito de todo lo que le mola a un chavalillo jugón. Las posibilidades de interactuar con otros jugadores se limitan a las arenas y al abuso de repetir incesantemente la misma mazmorra hasta el hastío absoluto. Quizás por eso me pasé al Warhammer Online donde he estado trasteando lo menos un año entero, porque allí, si no colaboras con otras personas no eres nadie y el verdadero éxito se basa en la cooperación de las masas. Y a fin de cuentas, si juego a un videojuego masivo es para interactuar con otra gente, no sé para qué juega mucha peña con la idea de estar sola ante el peligro. Y no hay tutía en eso.

Sobre gustos…

Todo esto viene a colación sobre el debate que he tenido los últimos días con unos amiguetes sobre el hecho de que el efecto “rebaño de masas” tan común en ambientes políticos y sociales también es bien acusado en los videojuegos. El hecho de que un título sea publicitado hasta la saciedad y tenga críticas positivas por parte de la prensa no debería influir en los gustos del usuario de la forma que lo hace. Si no existieran medios informativos tan machacones, ¿se fraguarían tops  de la forma que lo hacen? Eso sí, dejemos a un lado el asunto de Nintendo y sus consolas para todos los públicos, no voy por ahí en este caso.


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