dedicadas a nuestra afamada Sirenita, debo hacer un inciso para explicar antes un asunto importante a la vez que hablamos de las holoturias, unas criaturas tan extrañas y alejadas de nuestra vida cotidiana como las sirenas, pero tan reales como el perro del vecino.
Y a pesar de su realidad, puede ser complicado encontrar a alguien con el que hablar de ellas. Lo he comprobado. Puedes conversar con alguien sobre caballos, tortugas, pájaros y demás animalillos peludos o escamosos sin parecer un friki, pero aquellos que participen en una tertulia sobre las holoturias deben ser bichos raros necesariamente.
Holoturias secadas al sol y expuestas para su venta en un mercado de Singapur
Las holoturias son animales marinos y bentónicos pertenecientes a la claseHoloturoideos, y a su vez al gran y variado filo de los Equinodermos, junto a sus parientes cercanos los erizos de mar (Equinoideos) y las no tan relacionadas estrellas de mar (Asteroideos). Tienen aspecto de gusano corto y rechoncho y suelen vivir recostadas sobre el fondo marino devorando cualquier cosa que se cruce en su camino, ya sea algún cadaver, excrementos o el mismo fango cargado de materia orgánica en descomposición. No es una vida muy glamurosa para una antigua estirpe que lleva viviendo en la Tierra más de 400 millones de años, pero a las holoturias les va bien y nosotros no somos quienes para juzgar a nadie.
A propósito, y por si alguien lo dudaba. También se las llama pepinos o cohombros de mar debido a su forma, pero os puedo asegurar que el parecido con las hortalizas acaba ahí, y prueba de ello es que cuando en los restaurantes de comida exótica hacen sus pedidos de alimentos frescos, las holoturias las compran en las pescaderias y no al gremio de hortelanos.
Si pasamos por alto ciertos detalles alucinantes sobre su anatomía y simetría que ahora mismo no vienen al caso, va siendo hora de que entre en materia y cuente a que viene este tema de las holoturias.
La mayoría de los animales con respiración subacuática a los que estamos acostumbrados extraen el oxígeno del agua mediante unos órganos llamados branquias que, a grandes rasgos, son unas laminillas ricas en capilares sanguíneos por las que hacen circular una corriente de agua fresca y oxigenada. Es un método muy eficaz ampliamente adoptado por crustáceos, moluscos, peces y renacuajos; y ciertamente resulta difícil encontrar animales de respiración subacuática que no utilicen branquias, salvo las humildes criaturas que carecen de sistemas especializados en el intercambio gaseoso y respiran por difusión simple, como los gusanos y las medusas.
Las holoturias son la excepción. Tienen un sistema respiratorio singular constituido por un par de conductos muy ramificados (hasta el punto de llamarse “árboles respiratorios”) conectados al extremo posterior del tubo digestivo y comunicados con el medio externo a través de la cloaca. De paredes finas y en estrecho contacto con los demás sistemas del cuerpo, estos árboles respiratorios se encuentran llenos de agua proveniente del exterior que es renovada una y otra vez según la holoturia contrae o flexiona su cuerpo, a medida que el oxígeno es extraído.
Representación de los sistemas internos de una holoturia. En violeta aparecen conectados a la cloaca los árboles respiratorios, es decir, sus pulmones acuáticos
Un momento. ¿Un espacio en comunicación con el exterior, altamente ramificado y cuyas paredes están en íntimo contacto con el medio interno? Nosotros ya conocemos una estructura como esta, ¿no es así?. Algo que como animales terrestres que somos usamos constantemente, y son nuestros propios pulmones.
Es así de sencillo: las holoturias respiran por pulmones subacuáticos iguales en esencia a los nuestros, aunque, a diferencia de estos, se abren por el extremo contrario del tubo digestivo y se llenan de agua en lugar de aire. Las holoturias toman agua, extraen el oxígeno de la misma y la expulsan de nuevo, igual que podría hacerlo un tetrápodo con el aire.
Y ahora, lectores del Ojo de Darwin, que ya sabeis que las holoturias toman el oxígeno del agua mediante pulmones y viven para contarlo, lanzo al aire una pregunta que veremos con detalle más adelante: ¿por qué los cetáceos, los pingüinos y otros tetrápodos que volvieron al mar de sus ancestros no adaptaron sus propios pulmones a la respiración subacuática en lugar de tener que subir una y otra vez a la superficie para tomar aliento?
Un pequeño grupo de cachalotes (Physeter macrocephalus) preparándose para una inmersión hacia el abismo en busca de presas. Si sus pulmones pudieran funcionar como los de las holoturias, podrían vivir junto a su recurso más preciado y lejos de las orcas y los arpones de los humanos