Revista Diario
Los reivindicamos. Otorgamos concesiones hacia palabras que reconocían como pronto, etnocéntricas. Me parece muy bien reconocerlos como pueblos originarios y no calificarlos de indios, aborígenes, etc y con toda esa connotación colonial vinculantes. Sin embargo, más allá de las proclamas que nos hacen parecer “políticamente correctos” a la hora de reconocer sus derechos, no estamos. Es la gran deuda de la justicia social, reconocer a los pueblos originarios y su relacióncon la madre tierra. Mientras ellos la ven como a una madre, nosotros la vemos como un bien material. Esa simple diferencia es lo que paradójicamente hace irreconciliables los acuerdos.Es la gran deuda del justicialismo que por el momento nuestro gobierno nacional y popular lo tiene como una deuda pendiente, pero definitoria si se lograra resolver.Basta recordar aquel malón de la paz de 1946 cuando, a pocos meses del triunfo de Juan Domingo Perón, cientos de kollas partieron de Jujuy en un largo peregrinaje hacia Buenos Aires, con el único fin de solicitarle al primer trabajador y benefactor de la patria, que se le reconozcan sus derechos.Al poco tiempo de un gran recibimiento por parte de la ciudadanía y del Gobierno peronista, cubierto por los medios, el furor del malón se diluyó hasta que el general Filomeno Velazco, jefe de la Policia Federal y estratega de la Alianza Libertadora Nacionalista, los expulsó del lugar donde estaban alojados de forma violentay los metió en un tren de carga para que regresen a su lugar de origen, con las manos vacías y bien cagados a palos.“La madrugada del 28 de agosto, más de cien soldados de la marina de guerra y una brigada lanzagases rodearon el hotel y subieron hasta el tercer piso, donde se encontraban alojados los kollas. A golpes de garrote y de patadas, lo bajaron y metieron en un tren que la marina había colocado en una vía secundaria” (Valko, M. Los indios invisibles del Malón de la Paz. Edit. Madres de Plaza de Mayo). A 65 años de uno de las manifestaciones más trascendentes de nuestros Pueblos Originarios, la cuestión es la misma: la persecución, expropiación y muerte de los verdaderos dueños de la tierra. A fines del año pasado ocurrió otro caso de violación de los derechos que tuvo aparejado la muerte de miembros de la comunidad Qom en Formosa. Algunos medios se hicieron eco a fin solamente de atacar al Gobierno Nacional, no obstante, el desamparo y la falta de una manifestación de repudio del mismo ante semejante atropello se sigue esperando. Son las contradicciones, o bien los desafíos que se tienen que llevar a cabo: hace falta un Estado presente que pueda hacer respetar los derechos de las minorías. Obviamente, esta es la cuestión: la defensa de los derechos de las comunidades originarias choca con los intereses terratenientes cuya necesidad de obtener extensión de tierras para plantar soja se torna indispensable.Hace cerca de cuatro meses que están acampando a pocas cuadras de la Casa Rosada, miembros de la comunidad Qom esperando un encuentro con Cristina.La falta de iniciativa por parte del Poder Ejecutivo es elocuente en este caso, hay veces que los tiempos de la política no coinciden con los tiempos de la reivindicación de los derechos de los pueblos originarios. Paradójicamente, hace como 500 años que están esperando, no hay respuesta satisfactoria que pueda justificar el atropello hacia las clases desposeídas.Roberto López, uno de los que representantes que esperan una respuesta le manifestaba indignado al periodista de Tiempo Argentino: “Hace cuatro meses que estamos acá, muchos vienen, hacen notas y se van, nadie nos ayuda. NO tenemos nada”.Ante esta situación que afecta a cualquiera que tenga sensibilidad social, viene corriendo Marx hacia nosotros (en su trayecto les da una buena patada en el culo a los del PO y del MST) y nos explica que el principal obstáculo es el modo de producción, es decir, su concepción de vida, la cultura de nuestros pueblos originarios no coincide con nuestra Estructura social, por lo tanto, la superestructura, es decir los recursos legales a los que acuden los miembros de la comunidad qom, responden a la estructura económica capitalista. Mientras nuestra orientación agroexportadora sea sojera, mientras los Pools de siembra y multinacionales sigan manteniendo sus garras en nuestro territorio y mantengas sus influencias a partir de acuerdos espurios con los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, los pueblos originarios seguirán abrazados a leyes que no son más que papelitos sin valor.El cambio en la producción, la apuesta hacia la agroindustria nacional y popular, posibilitar rumbos firmes y precisos con el CANPO, y los pequeños productores posibilitaría un cambio de paradigma. Los cambios para que sean firmes, tienen que ser bien jugados, tienen que cambiar el imaginario social, algo por el que kirchnerismo se tornó experto. Las necesidades urgentes postergadas, obviamente, no se satisfacen con promesas a largo plazo, pero desde mi perspectiva, si realmente se puede efectuar un cambio en la conducta, una real concientización que respete los derechos de las comunidades hacia la tierra como bien colectivo, será mediante este proceso transformador de inclusión social. Hay una revolución en camino, pero hay que marcar el rumbo y hacer notar las deudas más urgentes.