Revista Cultura y Ocio

Quantic Love, de Sonia Fernández-Vidal

Por Eltiramilla

Quantic Love, de Sonia Fernández-VidalArranca el verano y Laila, que todavía no sabe qué será de su vida el año que viene, su primero de universidad, aprovecha para sacarse un dinero trabajando de camarera en el CERN, el mayor laboratorio de investigación en física de partículas del mundo, localizado en Ginebra (Suiza). Al llegar todo el mundo le parece súper inteligente. Y para colmo le toca de compañera de habitación una chica despampanante y extrovertida; todo lo que no es Laila. Pero sus miedos, sus nervios y su complejo de inferioridad comenzarán a remitir en cuanto haga un puñado de buenos amigos y baile la danza del amor con dos bombones.

Ya dije hace algunos meses que Quantic Love es “una novela sencilla, graciosa, romántica y muy juvenil”. La base es simple, no da más vueltas: se habla un poquito de ciencia (neutrinos, imanes superconductores, experimentos asombrosos…) y se habla mucho de amor. La parte más científica de la historia no sabe a rayos cósmicos, precisamente, y todo gracias a la capacidad divulgadora de la autora. Es entretenido leer sobre las maravillas alucinantes de las que es capaz la ciencia… y enterarse de lo que te están contando. Ese es el punto fuerte del libro, de hecho hasta diría que su razón de ser, porque la otra baza de la historia, el amor, no resulta ni por asomo tan interesante. La parte romanticona de Quantic Love es débil, está llena de clichés y pierde fuelle porque ni es original ni ofrece nada profundo o mínimamente complejo. En realidad el gran problema de la trama amorosa han sido los personajes que la sustentan, en especial Laila, una chica fácilmente olvidable. Es la típica protagonista insegura, lela y poco hecha. Además le falta pimienta y para lo mosquita muerta que es hay que ver el poder que tiene sobre los chicos. Y se marca algunos comentarios que más valdría poner en cuarentena: lo típico de me gusta éste y el otro también, voy a ligar con los dos, así, por probar, oigan; o lo de me estoy morreando con éste y creo que la cosa va a ir a mayores, y aunque no me apetece mucho porque no estoy segura de que me guste lo suficiente, tendré que hacer de tripas corazón porque ha sido un buen amigo. Cosas así. Cosas así que enervan. Si Laila y algún otro personaje hubieran sido por lo menos tan refrescantes como la compañera de habitación de Laila, probablemente la novela habría sido mucho mejor.

Ciencia asequible y amor mejorable, esa es la oferta de Quantic Love, una obrita ligera y entretenida (también divertida a ratos) a pesar de sus fallos, escrita por alguien que sabe mantener el ritmo y captar la atención, y con un final mono que hace que perdones un poco esos fallos. Si en su próximo libro Sonia sigue hablando de ciencia, construye una trama como Dios manda y ofrece unos personajes que no sean de usar y tirar, me lo pido.


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