Hoy os traemos la explicación de uno de los mecanismos de defensa más aceptados dentro de la teoría psicoanalítica: la sublimación. Para los que no estén muy familiarizados con dicha teoría, la resumiremos concretando su aspecto más esencial. A grandes rasgos, en el ser humano existiría una especie de energía psíquica que estaría determinada por los instintos sexuales y los de conservación (agresividad). Dicha energía iría acumulándose por sí sola, siendo en ocasiones necesario el descargarla a través de muy diversos métodos.
Pues bien, a partir de esta breve noción, Freud consideraba que los mecanismos de defensa son una forma que tiene nuestra mente de controlar y manejar dicha energía. De esta forma, la sublimación en concreto consistiría en la sustitución de alguna de las pulsiones o instintos que comentábamos anteriormente por alguna conducta aceptada por la sociedad. Así, por ejemplo, para evitar la descarga agresiva podríamos dedicarnos a practicar deporte; y para refrenar nuestros impulsos sexuales utilizaríamos el arte o la creatividad.
Como casi todo en el psicoanálisis, esta teoría no termina de ser bien vista por muchos críticos, aunque bien es cierto que se trata de uno de los mecanismos de defensa supuestamente más valorados y considerados.
Para comprender mejor lo comentado, os animamos a que leáis nuestro anterior artículo acerca del Ello, el Yo y el Superyó. Al hacerlo, os daréis cuenta de que según lo que afirma la sublimación, sería nuestro Superyó el que estaría manteniendo a raya nuestros impulsos más primitivos, permitiéndonos un cierto orden en nuestra convivencia, pero a la vez creándonos en ocasiones todo tipo de síntomas neuróticos si dicha represión es excesiva.
Palabra de Freud.
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