Revista Cocina
BREVE APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE VINOS HIPPIES
Cuando se cata un vino a ciegas, pueden ocurrir dos cosas, independientemente de que nos guste o no lo que tenemos en la copa:
1.- Que el vino sea correcto dentro de los parámetros que la gran mayoría de catadores tiene como indicadores de calidad (ausencia general de defectos, ausencia de turbidez o colores evolucionados en vinos relativamente jóvenes, nariz sin notas evidentes de reducciones, suciedades o brett y un sabor comedido en cuanto al nivel de acidez o sabores extraños).
2.- Que el vino no cumpla con lo establecido en el punto anterior, con lo cual en una cata ciega y sorda, lo vamos a descalificar directamente o como poco dar una puntuación rayana al aprobado justo.
Desde hace unos años, necesitamos conocer una serie de datos sobre el vino que vamos a catar si no queremos caer en el “error” de descalificar un vino que ofrece exactamente las sensaciones que su creador quiere que nos lleguen a la copa. Esto parece complicado, pero en realidad lo es mucho más. Nos enfrentamos a los recientemente bautizados como “Vinos Hippies”. El concepto, si lo explican dos grandes figuras de la enología nacional como son Pepe Mendoza y Rafa Bernabé, queda tan claro como el agua.
Bajo el concepto de vinos hippies aparece una corriente de elaboración en la que cada “vinatero” en su nivel de ortodoxia, lanza al mercado unos productos que obligatoriamente deben comprenderse y conocerse antes de llevarlos a nuestra copa. No hay muchas personas que estén dispuestas a internarse en este mundo, pero hay que reconocer que como toda nueva tendencia, tiene su grupo de seguidores y su legión de detractores. Yo desde estas líneas ni pongo ni quito rey. Sólo quiero contribuir a que se entienda el concepto para que después cada cual obre en consecuencia, pero siempre con un cierto conocimiento de causa.
Los vinos hippies tienen una serie de características comunes que inexcusablemente comienzan en el terruño. El respeto por la naturaleza, por la tierra y por las viñas es condición sine qua non para estos viticultores. Huir de los productos fitosanitarios, insecticidas y abonos sintéticos es crucial para que la tierra reviva y alcance un nivel de salud natural tal, que nos permita obtener una vendimia sin haber usado más que un poco de azufre en momentos puntuales e incluso prescindir de él si la climatología acompaña. Todo el que trabaje la tierra sabe que esto es casi un imposible y conlleva un esfuerzo y un desvelo titánicos. Se puede llevar a cabo usando los remedios y las técnicas que se han estado empleando por los campesinos desde los comienzos de la viticultura hasta hace unos 40 ó 50 años (3 ó 4 mil años de historia no pueden estar equivocados).
Ya tenemos una uva limpia y sana procedente de viticultura ecológica, biodinámica y casi homeopática. Ahora toca no fastidiar en bodega lo que tanto trabajo ha costado. “Honrarás y respetarás las levaduras autóctonas y no tomarás el nombre del sulfuroso en vano”, podría ser uno de los mandamientos hippies. Se buscan métodos ancestrales de fermentación y conservación en los que la naturaleza haga su papel con la menor intervención posible de la química, la síntesis y la farmacia. Se está rescatando un elemento que se desechó por completo hace unos años y se le está dando una enorme importancia en estos círculos: me refiero a la tinaja de barro (ahora ánfora, que suena más chic en la etiqueta). Nuevos estudios e investigaciones están llegando a la conclusión de que este sistema de fermentación y crianza del vino nos ofrece unas características muy personales y respetuosas con la uva y los parámetros que este tipo de elaboradores quiere resaltar en sus vinos. Una ligera crianza en maderas suaves y usadas que no desvirtúen al terruño que nos debe persistir en la botella, completaría a groso modo esta nueva tendencia que ciertamente de nueva tiene poco.
Dentro de cada movimiento social o cultural, cada uno se toma la porción que le apetece y aquí no iba a ser diferente. Hay biodinámicos moderados, los hay recalcitrantes y hasta talibanes. Imagino que todos tendrán su público, pero como casi todo en la vida, en el medio suele estar la virtud. Que cada cual pruebe estos vinos y encuentre el nivel de hippismo que está dispuesto a tolerar.
Bajo el título Vinos Hippies y dentro del ciclo de catas de la asociación de sumilleres ASPA de Alicante, Los dos viticultores citados anteriormente, cuyo prestigio y valía a la hora de hacer un vino están más que acreditados, ofrecieron una conferencia donde defendieron y explicaron las bases de esta nueva tendencia que recorre la viticultura europea. Pusieron de manifiesto que si algo les sobra, es amor por la tierra, el vino y por la viticultura comedida y respetuosa, pero sin aspavientos ni proclamas incendiarias. La única chispa que salta en su dialéctica es la que brilla en sus pupilas cuando hablan del amor a sus vinos y a la tierra que los hace posibles.
Se cataron 13 vinos que respondían a un hilo argumental predefinido que tenuemente cohesiona de manera inequívoca a este tipo de vinos. Es difícil definirlo con palabras, pero si se catan con atención se percibe esta conexión entre todos estos vinos y se puede llegar a sentir lo que sus creadores han querido transmitir a quien quiera adentrarse en este mundo.
VINOS CATADOS
GOLIARDO 2.009 D.O. Rías Baixas. Bodegas Forjas del Salnés.Tinto de la variedad Caiño.
ALGUEIRA PIZARRA 2.008 D.O. Ribeira Sacra. Bodegas Algueira. Tinto de la variedad Mencía.
BERNABELEBA CARRIL DEL REY 2.009 D.O. Vinos de Madrid. Bodegas Bernabeleba. Tinto de la variedad Garnacha.
BERNABELEBA ARROYO DEL TÓRTOLAS 2.009 D.O. Vinos de Madrid. Bodegas Bernabeleba. Tinto de la variedad Garnacha.
LA CASILLA FINCA LUJÁN 2.010 D.O. La Manchuela. Bodegas Ponce. Tinto de la variedad Bobal.
P.F. PIE FRANCO D.O. Manchuela. Bodegas Ponce. Tinto de la variedad Bobal.
MENDALL FINCA ABEURADOR 2.011 D.O. Terra Alta. Bodega Laureano Serres Montagut. Blanco de las variedades Macabeo y algo más.
MENDALL FINCA ESPARTALL 2.011 D.O. Terra Alta. Bodega Laureano Serres Montagut. Tinto de las variedades Cabernet Sauvignon, Garnacha y Cariñena.
LES CRESTES D.O. C.a Priorat. Bodega Celler Mas Doix. Tinto de las variedades Shyraz, Garnacha y Cariñena.
SALANQUES D.O.Ca. Priorat. Bodega Celler Mas Doix. Tinto de las variedades Merlot, Shyraz, Garnacha y Cariñena.
LAS TINAJAS DE LA MATA D.O. Alicante. Bodega Viñedos Culturales de Bernabé y Navarro. Blanco de las variedades Moscatel de grano menudo y Merseguera.
MUSIKANTO 2.011 D.O. Alicante. Bodega Viñedos Culturales de Bernabé y Navarro. Rosado de la variedad Garnacha.
LOS CIPRESES DE USALDÓN 2.011 D.O. Alicante. Bodega Viñedos Culturales de Bernabé y Navarro. Tinto de la variedad Garnacha Peluda.
RAMBLÍS 2.010 D.O. Alicante. Bodega Viñedos Culturales de Bernabé y Navarro. Tinto de la variedad Monastrell.
MONTE MN 11 DE ENRIQUE MENDOZA. D.O. Alicante. Bodega Enrique Mendoza. Tinto de la variedad Monastrell, todavía en barrica.
Cuando encuentre mis notas de cata perdidas, prometo incluir una breve reseña de cada vino.