Revista Opinión

¡Qué mundo más maravilloso!

Publicado el 02 diciembre 2013 por Jcromero

«Veo árboles verdes y rosas rojas también. Las veo florecer para ti, para mí y para todos. Pienso, ¡qué mundo más maravilloso!». Lo canta Louis Armstrong, lo intenta Rajoy. Sabemos que la política no es un relato poético ni el arte de la verdad; podría aspirar a la persuasión, pero se queda en un vulgar ordeno y mando vía decreto o leyes impuestas a rodillo parlamentario.

Se falsifica la realidad y, con las palabras, se hace lo del trilero con la bolita. El espectáculo requiere la complicidad de quienes se prestan a ejercer el papel de gancho para confundir a la concurrencia. Así las cosas, escondiendo la realidad, malversando el significado de las palabras y con todos los medios como gancho (salvo en internet, aquí no hay periódicos, televisiones o emisoras de radio alternativas), no debe ser complicado propagar el engaño.

Nos advirtió, es cierto. Cuando comenzó a molestarle la presencia de ciudadanos en la calle protestando por sus recortes, pronunció una de esas frases de mezquinas que tanto desacredita a los políticos. Fue en EEUU donde, recordando a Richard Nixon, alabó a «la mayoría silenciosa que no se manifiesta» para, sin autorización ni consulta previa, ponerla a su lado.  En Fukushima, afectado por la radiación o por algún extraño virus, comenzó a soñar un mundo diferente al percibido por los demás: «España es un país de 50 millones de habitantes de altos ingresos y elevado poder adquisitivo», dijo. Poner 50 cuando no llegamos a 47, trasformar en altos unos salarios insuficientes y en elevado un poder adquisitivo de supervivencia, fueron los primeros síntomas de ese mundo mariano. A su regreso, infectó a los suyos. Él promete crear un millón de puestos de trabajo en dos años, Montoro afirma que España será capaz de volver a asombrar al mundo y alguien nos dice que la reforma laboral del PP significa el mayor progreso de la humanidad.

En ese mundo idílico que proyectan, todos comienzan a decir que ya se vislumbra luz al final del túnel y Rajoy, que devolverá con creces todo lo que ha pedido a los españoles aunque aquí no le hayamos pedido que nos atracara. Pese a todo, ojalá las perspectivas se hagan realidad. Especialmente para ese 21% de españoles que viven por debajo del umbral de la pobreza y para que los millones de parados encuentren empleo. Aunque entramos en un tiempo en el que destruir empleo es crearlo, por obra y gracia del ilusionismo estadístico, ojalá cambiara la suerte para todos. Ojalá, ahora que llega el frío, no se repitan los cortes de luz por impago y en todos los hogares se pueda usar la calefacción. Ojalá que vuelvan las ayudas a los dependientes y que ningún alumno deje sus estudios por no poder pagar. Ojalá los abuelos, con pensiones raquíticas, dejen de ser el sustento económico de tantas familias, que sus pensiones suban más de los dos euros anunciados y se derogue el copago farmacéutico para los pensionistas con menos ingresos. Ojalá que los ciudadanos estemos por delante de los bancos en las prioridades del Gobierno.

Pero mientras que la ciudadanía sea más de fútbol, procesiones y romerías, valore más las palabras que los hechos y los sueños que la realidad, Rajoy seguirá plácidamente contemplando «cielos azules y nubes blancas». Por si osamos despertarle de sus ensoñaciones, prepara una ley de orden público que llamará de seguridad ciudadana, mientras sigue cantando a los cuatro vientos que el mundo es maravilloso.

Es lunes, escucho a Louis Armstrong:

http://wp.me/p38xYa-xD


Volver a la Portada de Logo Paperblog