Este año el Día Mundial contra el Trabajo Infantil ( 12 de junio) centra su atención en las cadenas de producción. Ya sea en la agricultura, la pesca, la manufactura, la minería, los servicios o la construcción, a nivel nacional o mundial, todas las cadenas de producción pueden involucrar a algunos de los 168 millones de niños que siguen aún en situación de trabajo infantil.
La eliminación del trabajo infantil requiere el compromiso de gobiernos, las organizaciones de trabajadores y de las
propias empresas. ¿Pero qué hacemos nosotros al respecto? ¿Somos destinatarios de artículos realizados por niños?
En las cadenas de producción el trabajo se puede realizar en pequeños talleres o en casas particulares y de esta manera pasar desapercibido para las empresas situadas en la parte superior de la cadena. Cuando éstas son de otros países, a menudo consideran que no es su responsabilidad que la empresa subcontratada local contrate a menores. Y se desvinculan de quiénes y en qué condiciones hacen finalmente sus prendas.En su mayoría trabajan en zonas donde los sindicatos son débiles o no existen.¿Nos importa ?
¿Externalizar o esclavizar?: el precio del trabajo
Sucede con adultos y con niños y se acerca a lo que entendemos por esclavitud. Millones de niños se ven obligados a trabajar, algunos en condiciones infrahumanas, privados de su derecho a la educación, a la salud, a la alimentación. Tal vez alejados de sus padres o incluso vendidos a redes de explotación ante la impasividad internacional. La pobreza aparece como causa principal, pero también la educación, familiar y social, y sobre todo la falta de leyes contundentes que protejan a los menores.
En el caso de la producción textil a falta de medidas firmes gubernamentales de control, aparecen acciones aisladas de activistas que denuncian la situación, en una lucha contra gigantes. Así, el activista pakistaní Ehsan Ullah Khan, creador del movimiento Marcha Global desde 1995 vive en un exilio forzoso en Suecia, desde donde continua trabajando para erradicar la explotación infantil en su país con políticas de educación.
Libre de mano de obra infantil
Pero ¿qué podemos hacer al respecto? La ONG neozelandesa Child Labor Free, trabaja en la creación de una etiqueta que acredite si la prenda que estamos comprando está verdaderamente libre de explotación infantil. De la misma manera que exigimos que los cosméticos no sean probados en animales o que nuestros alimentos no hayan sido alterados con productos químicos perjudiciales para nuestra salud, esta organización apuesta por que todos podamos ser conscientes de la historia de la ropa que nos compramos.
Trabajo infantil legal: el caso de Bolivia
No se trata de legalizar el trabajo infantil, sino de proteger a los niños que tienen que trabajar, así defendía Bolivia en Bruselas su ley 548, una ley que reduce excepcionalmente la edad mínima para trabajar (14 años), permitiendo que un niño trabaje a los 10 años por cuenta propia y a los 12 años para otra persona, como un adulto.
La nueva ley aprobada en 2014 abrió un debate en un país donde se calcula que trabajan más de 850 mil menores,. Para unos es una manera de visibilizar lo que antes se ocultaba; para otros, una puerta a los abusos y la explotación de un colectivo que ni conoce ni tiene forma de defender sus derechos laborales.
Las acciones que se llevan a cabo en ese sentido son decisiones políticas que en lugar de proteger, desamparan y condenan el futuro de esos niños que en su mayoría, por trabajar, acaban abandonando la escuela. No hablamos de niños que ayudan a la familia y pueden seguir sus estudios, sino de niños que lo dejan todo ante las condiciones miserables de vida de sus padres y hermanos. Y de otros que literalmente son explotados.
De los 850 mil niños trabajadores en Bolivia, el 87% desempeña oficios peligrosos como la zafra o la minería y el 77% no recibe salario alguno porque ayuda a la familia. La pobreza no se resuelve permitiendo que los niños trabajen: se perpetúa.
Imagen: Niños tejiendo.Nepal (Juan Díaz/Global Humanitaria)